En tiempos de crisis la invitación a la esperanza
“Algo nuevo está brotando ¿no
lo notáis? Is 43,19
Estamos en tiempo de crisis. Basta abrir un telediario para percatarse de
ello. En el opulento y rico occidente los mercados se tambalean, la economía se
desmorona. Mas allá de nuestras
fronteras en Africa, las hambrunas y las guerras. Hacia Oriente, las luchas
entre árabes e israelíes…y más allá Afganistán y todo un mundo que no obstante
busca se feliz , clama por la paz, la justicia. ¿Que hacer? Nos sentimos
impotentes para dar respuesta. ¿No hay
quien pueda cambiar esta situación económica mundial, que genera tantas
desigualdades económicas, que abre cada
vez más la brecha entre los ricos y los pobres? Tal vez ha podido brotar
en nosotros la pregunta ¿dónde está Dios ¿ el Dios de los pobres cuando estos
son cada vez más pobres y los ricos más ricos? ¿ qué hace la Iglesia? …En esta
situación necesitamos profetas que abran caminos de esperanza, que orienten
sobre el camino a seguir para responder al sueño de Dios sobre la
humanidad. Los hubo entre nosotros…..en
otras épocas. Admiramos a Ghandi, a Nelson Mandela, a tantos otros que
trabajaron por hacer un mundo mejor. Hoy tal vez no sean personas sino grupos
los que nos van diciendo otro mundo es posible, no hay que desanimarse. El 15-M
entre otros, con sus ambigüedades ¿no encierran un sigo de esperanza? ¿no es un
grito que clama por la urgente necesidad de un cambio de economía de
funcionamiento mundial?
Hubo un tiempo en la historia de Israel que evoca el nuestro, es el Exilio
en Babilonia. En el destierro todas las referencias que daban seguridad al
pueblo de Dios fueron cayendo un tras otras, la capital Jerusalén destruida, el
rey destronado, y el Templo, lugar privilegiado de la presencia de Yahvé también
en ruinas…y los fieles desterrados a miles de Kilómetros. ¿Dónde están las promesas que daban respuesta
a los sueños, que a todos nos habitan, de vivir en una tierra en la que todos
nos amemos y vivamos felices? El profeta llamado de la Consolación o II Isaías
nos ofrece en los capítulos 40 a 55 los medios que conducen a vivir con
esperanza en medio de una situación de crisis. El profeta invita a abrir los
ojos para ver que “algo nuevo está
brotando”.
Los cristianos creemos que el Dios de Jesús está empeñado en crear ese
mundo nuevo. La Escritura lo presenta bajo la forma de un banquete en el cual
el Padre sentará en su mesa a todos sus hijos e hijas. A su derecha, Jesús, el
primogénito, y junto a él en lugar preferencial los pobres, los desvalidos, los
que el mundo desprecia pero Dios privilegia. Al final de los tiempos los cielos
nuevos y la nueva tierra serán una realidad, es el objeto de nuestra esperanza,
esperanza activa. ¿Cómo preparar como cristianos ese cielo nuevo y esa tierra
nueva?..
Dios que es la eterna novedad nos invita a tener los ojos puestos en lo
nuevo que El va creando a nuestro alrededor: una “nueva alianza”, un “corazón
nuevo”, “un nuevo mandamiento”, una “nueva criatura”. Lo nuevo es siempre algo
bueno, algo mejor que lo anterior, Dios que conduce la historia nos va
revelando progresivamente aspectos de su bondad, belleza, y vida que nuestros
ojos tienen dificultad para percibirlos de golpe.Lo hace al ritmo de la
historia, de los acontecimientos históricos. ¿Cómo discernir y percibir esa
novedad? ¿Novedad que estimula la
alegría, el bienestar? Las orientaciones
del profeta a su pueblo pueden sernos válidas para nosotras hoy.
1. Consolad, consolad a mi pueblo dice el Señor. Is 40,1.
El profeta de entrada nos invita al gozo
La frase evoca la de Teresa de Jesús “Tristeza
y melancolía fuera de la casa mía” o el “No
temáis de la mañana de la Resurrección. Nuestro Dios viene a consolarnos de
las situaciones de opresión y de dolor. Tras la tragedia de la muerte en cruz
de Jesús y el consiguiente desconcierto
de los discípulos y discípulas el mismo Señor resucitado se acerca a quienes
andaban escondido por miedo. “ No temáis,
soy yo”. La expresión “no temáis” es
una de las más repetidas en la Escritura.
El profeta anima a su pueblo poniendo de relieve la compasión de Dios. En
tiempos de desolación Dios no nos abandona, desea consolarnos. Dios está cerca
de los que gritan. En el Exilio el pueblo grita como gritó antaño en la
opresión de Egipto. Ahora la situación ha cambiado sufren la opresión de los
babilonios, pueblo, también potente conquistador de Jerusalén, destructor de su
capital y del Templo que atribuye sus victoria a su Dios Marduc. El pueblo
aplastado ve a Marduc el dios de los vencedores como el gran Dios.¿donde ha
quedado para ellos su Yahvé el que les sacó de Egipto?. En boca del profeta
irrumpe de nuevo la voz de Yahvé para anunciar que está en medio de su pueblo
acompañándolo siempre. Del mismo modo que le acompañó antes, ahora también está
con ellos. Esta experiencia de creer que el Dios que salvó, salva en el
presente y salvará en el futuro forma
parte de la Historia de la Salvación.
Los que acogen el mensaje son los llamados “pobres de corazón”, gente que
sufre despojada de cuanto había sido objeto de su esperanza, la tierra, el rey,
el Templo, pero gente que en lo hondo del corazón guarda la experiencia de Dios
que escucha el grito de los pobres y confía en Dios. Quién les salvó una vez de la opresión también les
salvará en la nueva situación. Los pobres de corazón esperan, porque hacen
memoria de un pasado que fue liberador y desde ese pasado encuentran sentido en
el presente y se proyectan hacia un futuro nuevo y mejor.
Otros textos pueden ayudarnos a evocar en la memoria del pasado la ternura
de Dios. “Aunque una madre olvide al hijo de sus entrañas yo no te olvidare dice
el profeta”. Is 49,14 y ss .O este otro precioso texto. “No temas gusanito de Jacob oruga de Israel,
yo mismo vengo en tu ayuda” Is 41,14. Los pobres de Yahvé de otro tiempo, nos
invitan a entrar en nosotros para evocar encuentros gozosos con el Señor a lo
largo de nuestra historia pasada, aquellos momentos en que algo nuevo surgió en
nosotros y cuyo recuerdo continua dando sentido al presente y nos anima para
continuar en el futuro.
2. Bajar al propio pozo.: No temas… tú eres valioso y yo te quiero
Is 43,1-4.
El profeta en situación de crisis nos invita a bajar al propio pozo, a la
interioridad para percibir en lo hondo, lo que un día fue verdad, y está como dormido. Es tal vez la experiencia
de un encuentro único en un momento determinado de la vida, o la experiencia de
una cercanía de Dios que nos lleva como en brazos, como un amante que se ocupa permanentemente
de nosotros y nos ama y acompaña siempre aunque nos desviemos de El.
Descender al propio pozo es volver al origen de nuestra existencia, a ese
más íntimo a mi que yo mismo donde todo y siempre está en paz según la
expresión de Jung. La lectura detenida
del siguiente texto nos permite ver el movimiento de hacer memoria del pasado
para dar sentido al presente y abrirse hacia el futuro con esperanza:
“Y ahora así dice el Señor, El que te creó Jacob
El que te formó, Israel: No temas, que te he redimido, te he llamado por tu
nombre, Tú eres mío. Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo, la corriente
no te anegará; cuando pases por el fuego, no te quemarás, la llama no te
abrasará. Porque yo soy el Señor, tu Dios, el Santo de Israel, tu salvador.
Como rescate tuyo entregue a Egipto, a Etiopía y Sabá a cambio de ti; porque te
aprecio y eres valioso y yo te quiero. no temas que contigo estoy” . Is 43,1-4
Es como si Dios quisiera
seducir de nuevo a su pueblo alejado aunque no por eso menos amado
“Y ahora escucha, Jacob Siervo mío
Israel mi elegido Así dice el Señor que te hizo, que te formó en el vientre y
te auxilia No temas, siervo mío Jacob mi cariño, mi elegido Voy a derramar agua
sobre el sequedal…Is. 44,1-3
El profeta va desgranando imágenes de Dios nuevas…un Dios que desciende
siempre para acercarse a nosotros en nuestras necesidades y emplea el lenguaje
que nos conviene para entenderle. Dios que se va manifestando poco a poco como
amor que desciende a la historia y vida de los hombres hasta que en el momento
supremo de la historia se encarna y es
“Dios con nosotros” .En Jesús de Nazaret, en su vida, muerte y resurrección se
nos revela la profundidad de su inmenso amor hacia todas y todos”. “ Tanto amó Dios al mundo que le dio a su
Hijo Único”.Jn 3,16. Un amor que da y se da
hasta el extremo.
Lo esencial es invisible a los ojos, pero no al corazón. En el interior de
sí misma, escuchó Maria de Magdala que el resucitado la llamaba por su nombre y
así reconoció vivo a quien creía muerto.
Jn
Pero para entrar en el hondón, y percibir lo esencial necesitamos silenciar
otros ruidos. En lo hondo del corazón es posible percibir los deseos que
tienden a buscar la fuente de donde mana
la vida, en nuestro caso de creyentes y cristianos esa fuente es un Tú
personal, al que llamamos el Dios de
Jesús. Adentrarse en el hondón supone dejar lo que satisface inmediatamente a
los sentidos y entrar en otra dimensión en la que nos habita el Espíritu. Nos
da miedo. No obstante las reiteradas llamadas e la Escritura al “no temáis”, nos cuesta entrar en nosotros.
Tendencia humana en cuyo fondo radica el deseo de querer bastarnos por nosotros
mismos, de ser como dioses, de ahí la gran tentación de creer que vemos bien y
la gran invitación de Isaías en su época y de Jesús más adelante a que
reconozcamos nuestra ceguera.
3. Tomar conciencia de la propia
ceguera: “Sordos escuchad y oíd; ciegos,
mirad y ved” Is 42,18-25
Comenta Shökel a propósito de esta frase: “El pueblo seguía ciego, sin mirar el verdadero sentido de la historia,
por eso ha sido castigado con el destierro y todavía no acaba de entender” .
Lo que nos impide percibir las trazas de Dios en la historia humana, su
presencia amorosa permanentemente en ella invitándonos a colaborar en la
humanización, es nuestra ceguera. Tendemos a confundir la realidad con nuestra
visión de la misma. Tentación de siempre. Jesús lo pone de relieve en sus
controversias con los dirigentes judíos. “
Si estuvierais ciegos , no tendríais pecado; pero como decís que véis, vuestro
pecado permanece” Jn 9, 41. José
Saramago, en su novela “ Ensayo sobre la
ceguera “publicada en l995, relata como una extraña ceguera azota a un
país. A medida que aumenta el mal de la ceguera, las personas se convierten en
presas de los más bajos instintos del ser humano llegando a extremos terribles.
La perdida de la visión es pérdida de la razón que olvida la solidaridad, el
deber. La sola persona que se libra del contagio de la ceguera, y permanece con
la visión justa de la realidad , sufre al ver las barbaridades que los otros
van cometiendo. Aludiendo a la realidad
actual M. Ramirez Premio Nóbel en 1998
“Yo creo que la gente se está volviendo
ciega porque no se da cuenta de que nuestra forma de vivir es totalmente
errónea y nos lleva al desastre”
Somos ciegos, tenemos que tomar conciencia de ello. De ahí la necesidad de
aplicar la sospecha. Nos han educado
para sospechar de los otros, nunca de nosotros. Es la tentación de los
fariseos.
Sólo siendo conscientes de la propia ceguera es posible gritar “Señor que vea” como sucedió en los varios
casos en que Jesús devuelve la vista a los ciegos y pueden ver la realidad en
lo que tiene de más esencial. Los ciegos curados en el evangelio dan muestras
de una gran libertad para ir contra corriente de la gente de la época. La
libertad es la condición para elegir lo que mas nos conviene, y lograr el fin
que nos hemos propuesto en la vida. En nuestro caso es siempre un bien para los
demás. , una mayor humanización, un lugar donde se vida en paz, en armonía, en
amor como hermanas y hermanos hijas e hijos de un mismo Padre Madre de todas y todos.
La ceguera del corazón nos impide percibir los verdaderos valores de la
humanidad y hasta los signos de la presencia de un Dios siempre mayor que se va
revelando siempre de modo nuevo. Nuestra tendencia es asirlo en lo conocido y
él se nos revela siempre inasible en lo nuevo. El pueblo de Israel se había
asegurado una imagen de Dios que bendice a sus fieles con muchas tierras,
muchos bienes y muchos hijos, en el Exilio esa imagen cae por tierra y
solamente los que aceptando su ceguera se abren a lo nuevo van conociendo otra
imagen mucho mas tierna de Dios, la de un Dios cercano que sufre con los que
sufren, un siervo humillado como lo estaba siendo el pueblo en aquel momento,
pero un Dios siempre mayor y que tira el bien del mal, dueño de todo. Su plan
de salvación se va desplegando armónicamente a lo largo de la historia humana.
Su sueño de sentarnos a todos en su mesa se va haciendo realidad poco a poco en contacto con los
acontecimientos. Nuestro Dios está presente en la historia, fecundándola. Y nos
invita a colaborar con él estando presentes en ella caminando con los ojos y el
corazón bien abiertos para dejarnos sorprender siempre de nuevo con los signos
de su presencia amorosa que nos recrea permanentemente.
El mensaje es una invitación a mirar y a caminar por la vida con los ojos
abiertos, a vivir una mística de los ojos
abiertos, que significa leer con el corazón en la diaria realidad, la
presencia de Dios que nos acompaña en la historia, aunque se manifieste en
gente y en pueblos que no se confiesan de los suyos, ni tan siquiera sean
creyentes. En todo gesto humanizador está presente el Dios de la consolación.
Venga de donde venga ese gesto denota la presencia del Dios de la vida que está
fecundando esa pequeña parcelita de su creación. Esta percepción es una
invitación a fecundar esa labor a caminar con los extraños en esa tarea. De ahí
la invitación que el profeta hace a su pueblo para que se abra a la nueva
realidad cultural en el Exilio y descubra a Yahvé como el Dos único de todos.
De ahí la invitación a permanecer despiertos
“ Is 51,9; 52,1
4.
Apertura a lo universal “Ensancha el
espacio de tu tienda despliega sin miedo tus lonas, alarga tus cuerdas”” Is
54,2
Esta bella expresión parece anticiparse en el tiempo a nuestro actual mundo
globalizado en el que los medios de comunicación: Radio, Televisión, Internet nos ponen inmediatamente en contacto
con todos los rincones del mundo, desde la gran urbe hasta la chabola africana.
Medios al alcance de todos para entrar en contacto con lo diferente, con otras
culturas, otras religiones, El mundo se ha vuelto pequeño, hablamos de una aldea global, pero no siempre el
corazón sigue el mismo ritmo de apertura. La mayor cercanía a lo diferente nos
asusta y preferimos eliminar esas diferencias en lugar de integrarlas. Por eso
la invitación del profeta a sus contemporáneos nos conviene también hoy y aquí.
En contacto con la civilización babilónica, el pueblo se abre a la experiencia
de que hay un único Dios que no está ligado al clan o a la patria sino es de
todos y actúa en todos con su Espíritu en todos
y por eso Ciro el rey de los persas puede ser considerado servidor suyo
para liberar al pueblo de la esclavitud.
El que dice “Ciro tú eres mi pastor y
cumplirás todo mi designio” Is 44,28 “Así dice el Señor a su ungido Ciro, a
quien lleva de la mano” Is 45,1. Hoy
muchos de los jóvenes que claman por inmundo mas justo. no se consideran
cristianos y no obstante entregan sus vidas, corren riesgos para procurar una
vida mas justa para todos. Cooperantes, etc.. Jesús en el encuentro con la
Samaritana nos aclara: “ Los verdaderos
adoradores que Dios ama le adoran en espíritu y en verdad” Jn 4,23. Y el Espíritu esta en todos. “Toda criatura está habitada por el Espíritu
El Espíritu no está ausente de ningún ser humano” S. Máximo el confesor en
el siglo VII y ya más cerca de
nosotros, el V.II afirma “Debemos creer que el Espíritu Santo ofrece
a todos la posibilidad de que en la forma
de sólo Dios conocida se asocien al misterio Pascual” G.S. I. 22
La llamada hoy al diálogo intercultural e interreligioso requiere por
nuestra parte una actitud de escucha. “El
diálogo intercultural requiere tener un corazón puro y una mente abierta” (Paz
e interculturalidad R. Panikkar. Herder Barcelona 2006). Podemos decir,
una mente abierta para escuchar y acoger
la verdad que nos llega de los otros y un corazón puro para evitar creer estar
en posesión de esa verdad, dicho de otro modo una actitud de escucha y un
corazón de pobre.
5. Estar a la escucha “Cada
mañana me espabila el oído para saber decir una palabra de aliento a los
abatidos” Is 51,4
Lo que califica al discípulo es la escucha. El discípulo se sabe enviado
para anunciar la buena noticia de la salvación. Pero lo que anuncia no es algo
propio sino que transmite lo que a su vez ha escuchado. Es algo difícil, Isaías
lo sabe y por eso precisa “Cada mañana me
espabila el oído para que escuche como los iniciados. Mira el Señor me ayuda”.
Tal actitud de escucha supone que se ignora lo que hay que comunicar a los desvalidos.
Dios, el Dios de los pobres, el Dios que escucha el grito de los pobres (
Éxodo) conoce lo que hay que decirles, por eso lo nuestro es disponernos a
acoger el susurro del Espíritu que en lo interior del corazón nos dice lo que
conviene hacer en cada momento. Escuchar al Espíritu que nos habla a través del
grito de los hombres, escuchar al Espíritu que nos dicta en el interior del
corazón lo que espera de nosotros como respuesta a dar. Escuchar la realidad de
la vida en la que Dios está y nos habla invitándonos a unirnos a él para
fecundarla. No se trata de huir al monte sino de abrir los ojos a la realidad
que nos circunda. Y si en ocasiones necesitamos retirarnos al monte es para
agudizar el oído y poder percibir mejor los susurros del espíritu en la
realidad que nos está tocando vivir. El profeta nos invita a una mística de los
ojos abiertos. La escucha culmina en la acción “para que pueda decir una palabra de aliento a los abat5idos. Tiene
un “para” siempre en la línea del Dios
de los pobres, Dios de Jesús el pobre por excelencia, de las Bienaventuranzas.
Escucha y vivirás, es la enseñanza permanente en los profetas sobre todo en
Amos. Escuchar la realidad, significa pararnos, algo hoy tan difícil. Vivimos
de sensaciones a las que no damos tiempo para que se posen en nosotros y
podamos discernir qué viene del Espíritu, qué de nuestros antojos, caprichos.
Hay una clave y es vivir en el momento presente. En el actual caos provocado
por tanta sensación e información que permanentemente nos va zarandeando de un
lado a otro al ritmo de las emociones,
se nos invita a vivir el momento presente. A este respecto el beneficio
de la Hora-terapia es decir “ “hacer
lo que quiero” y “querer lo que hago” Es el modo de estar en cada momento
totalmente en lo que hacemos , es ahí donde damos la vida para ganarla.
Ignacio de Loyola gran conocedor de la persona, en los ejercicios a la
persona que busca ordenar sus afectos invita a escuchar el movimiento de los
espíritus que se juega en el interior de cada persona para discernir lo que le
conduce a la vida y potenciarlo y le lleva a la muerte para rechazarlo. Tras el
discernimiento, la libertad decide
6. Dar la vida para ganarla “Mi siervo inocente rehabilitará a todos,
“Is 53,11.
Algo que sorprende en estos capítulos es la
misteriosa figura del Siervo. Es la imagen de una persona sin figura humana el que es objeto de un
cántico y de una admiración y es presentado como verdadero discípulo. De él se
dice que su vida entregada redunda en bien de una multitud.. Extraña manera de
entender la de Dios sobre el fin de la persona No es el súper- yo, sino el
machacado, el sin figura humana el que es objeto del agrado de Dios. “ Este es el hombre” Jn
19,5. El crucificado es la figura humana, que Dios,
nos ofrece como modelo de lo humano, porque ese crucificado es la expresión del
amor hasta el extremo. Entregar la vida para darla a otros es la máxima
expresión del amor. Algo inaudito, si el mismo Dios no hubiera venido a
revelarlo en persona. Su Encarnación y el nacimiento en el despojo de un
pesebre culminan en el madero de una cruz. Desnudo al nacer ,despojado y
vaciado totalmente de todo querer e interés personal al morir, únicamente
puestos los ojos en la realización de la voluntad del Padre, el Reino, ama ,
ama hasta dar la vida por amor. Esta es la cumbre de la vida cristiana, ya anticipada
en los cantos del siervo, que vivió en una época difícil como la nuestra, que
no obstante el profeta desea que sea de consolación para los desterrados. La
clave de la esperanza es que el pueblo no camina sólo va siempre acompañado por
el amor y la ternura de Dios.
La muerte de este siervo va a redundar en bien de muchos. Algo que se
realizará en la muerte y la resurrección de Jesucristo pero que estaba ya
incipientemente presente en el anuncio profético.
“Quien da la vida la gana” Mc 8,35 Esta frase expresa en lenguaje evangélico el eje
del Principio y Fundamento de los Ejercicios Ignacianos. Significa la
culminación de todo un proceso que se inicia en la experiencia personal de
haber sido creados por Dios amor con un “para” que busca ser felices haciendo
felices a los demás. Para lograr tal objetivo, Ignacio nos invita a tomar
conciencia de los propios enganches afectivos y a desear liberarnos para elegir
en cada momento lo que más conviene para en todo “amar y servir” Estos mismos
pasos son los que hemos ido recorriendo a lo largo de esta charla por la mano
del profeta de la Consolación. Su mensaje culmina con una invitación a la
esperanza, a la alegría.
7.
Esperar contra toda esperanza “Saldréis
con alegría” Is 55, 12
El libro del profeta de la consolación termina con un grito que alimenta la
esperanza. “Saldréis con alegría” A lo largo de esta charla hemos evocado los
aspectos que pueden favorecer en
nosotros la esperanza. Esa actitud que nos mantiene siempre en tensión hacia lo
nuevo que esperamos, hacia la plenitud de la vida que anhelamos. La esperanza
es una fuerza motriz que mantiene vivas todas las energías personales, para
conseguir lo añorado, lo anhelado, lo esperado y alcanzar un futuro que se
sueña siempre mejor sin saber de antemano cómo será, porque se está haciendo.
La esperanza no es un conocimiento intelectual es un saborear la vida. Para el
discípulo de Jesús el fundamento es la experiencia de que así como Dios me salvó en otro tiempo, está ahora conmigo y me ayudará en un futuro.
De tal confianza brota el abandono, el deseo de dejarse hacer por Dios, como
María en el Magnificat. El anuncio del nuevo ser prometido que va a nacer le
mueve a una comunicación gozosa y
agradecida de las maravillas de Dios en
el pasado y a confiar en el presente con el gesto sencillo de ayudar a su prima Isabel en las tareas de la
casa. Siempre abierta a un futuro nos remite a Jesús para ser discípulos “Haced lo que El os diga” Jn 2,5 y más tarde en los albores de
Pentecostés, ora con nosotros para acoger en actitud orante la efusión del
Espíritu del Resucitado. Y todo ello vivido en la sencillez de una vida normal,
cuya gran riqueza reside en el corazón, habitado por una gran esperanza. Pero se trata de una esperanza activa que
requiere nuestra colaboración. Significa hacer lo que en cada momento creemos
que es posible hacer, y hacerlo confiando que ese pequeño gesto animado y
fecundado por el Espíritu del resucitado está ya dando frutos. Aunque los ojos
no lo perciban el corazón del mundo arde con mayor amor. Es el mensaje del
profeta para tiempos difíciles “Algo nuevo está brotando” ¿no lo notáis?
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