lunes, 24 de octubre de 2011

Introducción bíblica del retiro del 22 de octubre de 2011

¿QUÉ PROYECTO ESCONDE LA HISTORIA?
¿Qué proyecto esconde nuestra historia personal?



                           

                                                        El nuevo cielo y la nueva tierra




Jesús




                   La elección de Israel


                  

La creación



LA HISTORIA DE SALVACIÓN



 Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros...
Sabemos además, que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman (Rom 8, 18.28)



            He visto bostezar al oscuro universo
            donde giran sin rumbo los planetas negros,
            girando en su horror ignorado,
            sin orden, sin rumbo, sin nombre.

            Encontré este terrible poema al comienzo de un escrito de H.P.Lovecraft. Describe la negra visión del mundo de un absoluto nihilista. O sea, de alguien que piensa nuestra existencia –y la del universo mismo- carecen por completo de sentido, que no hay orden de ninguna especie; que no tiene sentido preguntarse de donde venimos y adonde vamos, pues en realidad no vamos ni venimos de ninguna parte, sino que vagamos por el universo y por el tiempo sin rumbo, como esos planetas negros e ignorados. Nuestra vida y nuestra muerte, nuestros gozos y desesperanzas, nuestras esperanzas y desilusiones tendrían tan poca importancia como el destino de un guijarro que nos encontramos paseando. Y, en realidad, nuestro destino colectivo sería igualmente indiferente: que se extinguiera la raza humana tendría tan poca importancia como que se funda un cubito de hielo en un vaso.
            En el fondo, es difícil encontrar una persona que llegue a tales extremos, aunque algún famoso pensador invitase a ello.  Imagino que cualquier psiquismo se derrumbaría si se le sumerge en esta poción de sinsentido y desesperanza. Necesitamos tener la sensación de que nuestros esfuerzos, nuestras experiencias, el tiempo que hemos vivido, tuvieron algún sentido. Necesitamos la esperanza, es decir, la convicción de que el transcurrir del tiempo será ultérrimamente para nuestro bien. Que nuestra vida consista tan solo en un paréntesis entre dos nadas (la de antes de nacer y la de después de la muerte), es una idea que alimenta la desesperanza, por no decir la desespe...ración[1].

            Pero la fe tiene un discurso radicalmente diferente al de este horrible poema. Lo llamamos genéricamente historia de salvación,  está en la base de esa virtud que llamamos esperanza. Veamos en que consiste.

El hombre antiguo tenía una concepción cíclica del tiempo, de la historia. Como las estaciones que se repiten cada año, así la historia de la humanidad tendería a repetir ciclos indefinidamente. Esa visión llevaba a una cierta mentalidad fatalista: el mundo es como es, y no podemos evitarlo, todo seguirá repitiéndose más o menos igual. Así, nuestra mayor aspiración sería aceptar estoicamente los reveses inevitables de la fortuna. No hay mucho lugar para la esperanza, pues el mundo no va a cambiar. Todos nacemos con un destino prefijado que se cumplirá de forma inexorable.

Como lo hemos resumido en el esquema inicial, la Biblia aportará una visión distinta, lineal, en la que se da una progresiva mejora, desde la creación hasta la plenitud del Reino de Dios: Pero nosotros, de acuerdo con la promesa del Señor,  esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en el que habite la justicia (2Pe 3, 13 [2]).
En lugar de un mundo tan inmutable como las estaciones que siempre retornan, la Biblia nos muestra una historia de salvación.

            Resulta difícil resumir en unas cuartillas la historia que la Biblia relata a través de sus 73 libros. Pero podemos intentar dibujar un esquema que nos oriente. Podría decirse que la dirección de esta historia lineal la marcan una serie de hitos, de momentos especialmente significativos en los cuales se hace más palpable que el Señor dispone todas las cosas para el bien de quienes le aman.

            El primero de esos hitos es la propia creación. Podemos plantearnos esta pregunta: ¿Por qué existe el mundo en lugar de no existir nada? Se han ensayado diversas respuestas, pero la que a nosotros nos interesa es la que da la Escritura: Dios nos crea por amor. De ahí que le llamemos Padre.
            En este “hito” tenemos el primer artículo de nuestro Credo: Creo en un solo Dios Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible...
            La creación del universo es el primer acto del plan de Dios que terminará con la creación de los cielos nuevos y de la nueva tierra. Es el primer capítulo de una historia de la que esperamos un final feliz.
            El descubrimiento de la creación como fuente de fe en Dios no viene sólo de la Revelación en las Escrituras, o del esfuerzo filosófico por responder a la pregunta “¿por qué existe el mundo en lugar de no existir nada?”; más fácilmente puede surgir este descubrimiento, como una experiencia espiritual, de la contemplación de la naturaleza[3].
            De la nada a la existencia, de la oscuridad a la luz, de la muerte a la vida. Así vivimos los creyentes la primera etapa de esta historia a la que nos referimos, en la que Dios empieza salvándonos de la no-existencia.

En este brevísimo resumen podemos considerar un segundo hito en la historia del pueblo elegido, Israel.  La primera referencia la encontramos en la persona de Abraham, y su encuentro con Dios en la teofanía de Mambré, la alianza y la promesa.
En este personaje vemos al “padre de los creyentes” tanto judíos como cristianos y musulmanes. Los relatos sobre Abrahám dibujan algunas de las bases de la fe. Para empezar el relato de la teofanía de Mambré, donde Abrahám está tranquilamente descansando a la entrada de su tienda en un día caluroso cuando ve venir hacía él a tres hombres. Lo que sus ojos ven es un grupo de tres hombres. Pero su corazón[4] le dice que es mucho más que eso, y se tira a sus pies pidiendo : Señor mío, no pases de largo sin detenerte (Ex 18, 3). Dios se le ha hecho presente, se le ha dado a conocer en cierto modo. Y le anuncia una esperanza que parece contradecir toda esperanza lógica: tendrá un hijo en su vejez. Los creyentes posteriores no esperamos tener una vivencia como esa, pero si una experiencia emparentada con la suya, y que llamamos “experiencia de Dios”, y a la que nos  referiremos de manera recurrente.
Otra de las bases de la fe es el comienzo en Abrahám de un pacto, una Alianza[5]. En el relato se sella a manera de aquella época remota, con un extraño rito que incluye el troceamiento de un animal. No quedaría la cosa en Abrahám, la Alianza continuará indefinidamente entre Dios y su pueblo. Acaso la más bella expresión de ese pacto está en el profeta Ezequiel: “De todas vuestras inmudicias os purificaré; arrancaré de vuestra carne ese corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios” (Ez 36, 26-28). La fidelidad al pacto por parte de Abrahám comporta, por parte de Dios una promesa: una descendencia numerosísima.

Los términos de la Alianza irán evolucionando. Con Moisés, los israelitas deberán cumplir la ley mosaica, los diez mandamientos, y Dios “se obliga” a llevarles a la tierra prometida. Pero detengámonos un momento con Moisés.
El “Credo” bíblico más antiguo reza así: Nosotros éramos esclavos en el país de Egipto y el señor Yahvé nos sacó de allí con brazo poderoso (Ex 13, 3). Aquí la salvación toma la forma de liberación de esclavos. El relato es bien conocido, especialmente después de que el cine, con mayor o menor fortuna, lo convirtiera en imágenes. La zarza ardiente, la llamada a liberar a los esclavos, la presentación ante el Faraón, las diez plagas, la pascua y la huída, el paso del mar Rojo (en realidad el “mar de cañas”), el éxodo por el desierto y, finalmente, la tierra prometida. El personaje de Moisés y su la historia del Éxodo da para estar hablando durante horas[6], pero en este momento debemos limitarnos a citarlo como un importante hito dentro este recorrido que hemos llamado Historia de salvación.

            Esta liberación de la esclavitud será, hasta el día de hoy, la constante referencia de la fe judía. Incluso en la última cena, Jesús habla de ser entregado él mismo como lutron, palabra griega que se refiere al pago que se hace para liberar a un esclavo. Aunque aquí Jesús se refería a algo más que a una esclavitud física.

No podemos pasar por alto otro momento de la historia de Israel, uno que Jesús citaba con frecuencia: los profetas. Nombres como Isaías, Jeremías, Ezequiel, Oseas, Amós o Daniel son familiares a los que tienen la saludable costumbre de frecuentar mucho la Biblia.
            Se ha convertido en un malentendido frecuente entender que los profetas eran adivinos del futuro.  Pero en realidad eran pregoneros de la palabra de Dios, alguien que le presta su boca a Dios para que hable por ella. Se trata de personajes fuertemente “vocacionados”, es decir, personas que han sentido una llamada muy intensa de Dios a hacer lo que hacen. Su preferencia no es hablar del futuro, sino del presente. Se trata de advertir a los israelitas sobre la forma en que Dios ve la vida que están llevando en ese momento, así como advertir del desastre a que conduce el sendero por el que están caminando. Desde ese punto de vista, lo mejor para el profeta no es que se cumplan sus profecías, sino que no se cumplan. Por otro lado, sus mensajes, incluso los más duros siempre estaban teñidos de una esperanza de salvación final. Su manera de entender nuestro pasado y nuestro futuro siempre estaba teñida de la esperanza en que la historia fuese un camino, un recorrido por el que Dios nos va llevando hasta una vida en plenitud. Se puede decir que la mentalidad profética lee la historia desde una inteligencia creyente. La inteligencia descreída puede contemplar la historia con una esperanza más limitada.
            Los profetas no solo hablaban o escribían; a veces hablaban por medio de gestos sorprendentes. Podemos recordar aquí dos de esos gestos del profeta por excelencia, Jesús: el lavatorio de los pies y la expulsión de los mercaderes del Templo.
            Con frecuencia entraban en conflicto con sus compatriotas al tener que denunciar el mal que se estaba haciendo, lo cual enervaba a los que se beneficiaban de ese mal. Pero después de esos conflictos, el pueblo de Israel se alimentaba durante siglos –y aún lo hacemos- de sus enseñanzas.

Y la cumbre del profetismo. El quicio, el gozne, o mejor, la piedra angular sobre la que se sustenta toda la historia de salvación. Durante el largo camino recorrido por Israel fue tomando cuerpo un anhelo, al principio centrado en la promesa de la tierra. Pero cuando la tierra desilusiona por la incapacidad de los reyes de construir un mundo justo (como Dios lo quiere”) la ilusión se desplaza a que Dios envíe una fuerza salvífica en la persona de un rey “verdadero”, ungido (coronado) por Dios. A todos nos gusta recordar la escena en que Juan envía a sus discípulos para preguntar a Jesús si es él la persona que están esperando o si deben aguardar a otro. Y Jesús, que suele dar contundencia a sus palabras con gestos y con hechos les responde : Id a Juan y decidle lo que estáis viendo: los ciegos ven, los sordos oyen, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia ( Lc    ). Es decir, que Jesús se muestra capaz de hacer retroceder el mal en todas sus formas. Es, pues, salvador.
            Recordamos que, en el día de la Expiación, el Sumo Sacerdote entraba en el Sancta Sanctorum del Templo con la sangre de un cordero y la pasaba por el espacio vacío que había encima del Arca de la Alianza. Ese espacio vacío simbolizaba a Dios y la sangre (que la simboliza la vida del pueblo) en contacto con Dios queda purificada. Después el sacerdote salía y aspergía la sangre sobre la gente, cuyos pecados quedaban expiados; la Alianza entre Dios y su pueblo se renovaba.  Pues bien, la Carta a los Hebreos explica como Jesús, de forma más real que simbólica, derrama su sangre, es decir, dedica su vida -y finalmente la entrega-, a conducirnos a esa comunión con Dios que nos llevará a una vida plena no amenazada por el mal. Lo que ocurre en la cruz ya había estado sucediendo: Jesús derrama su sangre, es decir,  dedica su vida  a la
salvación-curación de los demás por amor.
Pero con todo esto no hemos hablado aún de la clave, la llave maestra de toda esta historia de salvación. Al final mejor.



Vayamos ahora a la última etapa. ¿Cómo será ese cielo nuevo y esa tierra nueva? Lo que el oído no oyó, lo que el ojo no vio….La imaginación es aquí vital (cómo lo es para ilusionarse con un viaje o para iniciar una relación amorosa). Vicios de esta imaginación: a) reducirla a imágenes tomadas de otras religiones o culturas como el  destino de nuestra alma inmortal (propio de la filosofía griega) o reencarnación y nirvana b) reducirla a un mundo cómo el que pisamos ahora, pero con justicia social y con fraternidad entre los hombres, una utopía social, vamos. c) reducirla  la perduración de nuestra vida personal e individual.
Téngase en cuenta que reducir no es exactamente sinónimo de falsear. Se dirá que algunas de estas reducciones encajan bien en lo que enseñaron los apóstoles. Y se dirá bien, pues su vicio no está en lo que dicen sino en lo que callan. Una vez más, ¡cómo no!, recurrimos a Marías: Hay que buscar siempre la verdad… entera.

            Surge, sin embargo, una gran dificultad para dibujar en la imaginación esa verdad entera, y aún más para dibujarla con palabras. Para no caer en ideas delirantes lo mejor es atarse muy firme a lo que nos dejaron escrito los autores del Nuevo Testamento, y desatarse cuidadosamente de las ideas propias de la filosofía griega (Para nota al pie: como un cuerpo mortal y un alma inmortal) que nos inculcaron al educarnos.
Sin demasiadas pretensiones, intentaremos recopilar todas las piezas, y si alguien detecta que me dejo alguna pieza, que lo diga:
1.- San Pablo habla abiertamente de un camino que lleva a la vida en plenitud en la comunión con Dios, una vida libre de la esclavitud de la corrupción (de la muerte, el sufrimiento, la injusticia…). Pero ese camino no es sólo para los seres humanos, sino para la naturaleza entera: porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de DiosPorque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora… (Rom 8, 21-22)
2.- Para evitar caer en reduccionismos simplistas, se respeta el misterio sobre estas cosas: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han entrado en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman (1 Cor. 2: 9); y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. “ (Filipenses 4, 7). No podemos pretender tener una imagen precisa de la bienaventuranza que nos espera porque no es un “mundo como este pero más perfecto”, es otra cosa, y no tenemos recursos suficientes para imaginarlo con precisión, pues no tenemos nada de este mundo con que compararlo.
3.- Fundadamente esperamos que Dios sea todo en todos (1 Cor 15, 28), pues Dios quiere que todos se salven, pero no completaremos ese camino de salvación si no queremos hacerlo. Estamos ante una gravísima decisión: se nos invita a una fiesta (aunque no seamos muy “dignos”) pero hay quien prefiere declinar la invitación ( ver cita). Esperamos en que la persistencia amorosa del Padre volverá a hacerle la invitación, pero no fuerza la respuesta…
4.- Las bondades de ese mundo futuro que anhelamos tienen mucho que ver con lo que aquí llamamos fraternidad y justicia. En ese sentido, la relación entre los miembros de un grupo de amigos que son discípulos de Jesús, es ya semilla e imagen de lo que ha de venir. Sabéis que los príncipes y los poderosos oprimen a sus súbditos. No sea así entre vosotros, el que quiera ser el primero que se ponga el último (Mt 20, 42-44 ) . En cómo os amáis sabrán que sois discípulos míos ( Jn 13, 35 ). Si entre nosotros se da algo que encaje con lo que se suele llamar injusticia social, no podemos decir estrictamente que “somos iglesia”. Así se lo hizo saber Pablo a los cristianos de Corinto con la mayor severidad.
5.- Nacemos separados de Dios. Aunque disfrutemos de su influencia (la gracia, la Palabra….) a Dios nadie le ha visto ( Jn 1, 18). A eso le llamó San Agustín “pecado original”, un concepto que nos ha dado más de un dolor de cabeza. Pero lo cierto es que ante la pregunta ¿de qué nos salva Jesucristo?, los viejos catecismos respondían: del pecado y de la muerte. Si dejamos atrás la idea reduccionista de pecado como infracción de una norma moral, y lo pensamos como la separación de Dios, nos encontramos con otra de las piezas que buscamos: recuperar la comunión con Dios, que es la única fuente de vida plena y perdurable.
6.- …el último enemigo vencido será la muerte ( 1 Cor 15, 26). Aunque es creciente el número de personas que parecen felizmente instaladas en su finitud, a muchos nos parecen un tanto vanas las aspiraciones inmediatas de quien cree que su destino inexorable –y el de todo lo que existe- es disolverse en la nada. Parecen muy contentos, pero muchos entendemos bien a Pablo cuando les decía a los cristianos de Tesalónica no os entristezcáis como los que no tienen esperanza ( 1 Tes 4, 13). Le imagino lleno de júbilo escribiendo aquello de muerte, ¿dónde está tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón? (1 Cor 15 55-57).
La resurrección de Jesús es la garantía de la nuestra. En ella  se basa nuestra esperanza de una vida perdurable. La victoria de Jesús sobre la muerte es nuestra garantía de que tampoco en nosotros tendrá la última palabra.

            Tenemos dos problemas con la expresión de estas esperanzas. La primera es que los símbolos tradicionales en que se resumían (el “cielo”,  la salvación del alma, etc.) han quedado obsoletos y vacíos de contenido.  No podemos usar esos términos sin que suenen a nuestros oídos como el lenguaje de una catequesis infantil que huele a rancio.
El segundo problema es que los términos sacados de la Escritura como “cielos nuevos y tierra nueva”  o “resurrección de la carne” encajaban muy bien la cosmovisión de la gente del siglo I, a la que no le chirriaba imaginar una resurrección estrictamente corporal o la destrucción del planeta el sol y las estrellas para que apareciese otra nueva.
El trabajo de “traducir” las esperanzas que Jesús nos trajo a un lenguaje y unos símbolos adecuados a nuestra cosmovisión, sólo está empezando[7].

La propia biografía vista como historia de salvación

            Hemos dicho antes que el espíritu profético es la inteligencia espiritual[8] que descubre en la historia el proyecto salvador de Dios que va encaminando a la creación entera hacia la plenitud de la vida en lo “cielos nuevos y la tierra nueva”.
            Pues bien, esa misma inteligencia espiritual es la que tenemos que desarrollar para ver nuestra propia biografía, con todos los acontecimientos vividos, como una etapa del camino por el que Dios nos va llevando a cada uno hacia la “tierra prometida” del Reino. Aquí se nos pone delante una importante dificultad de comprensión: ¿Cómo llamar “historia de salvación” a esas etapas de vida de cada persona en que parece que no hay más que sufrimiento? Quién más, quién menos, en el camino de la vida todos hemos pagado ese peaje. Es más, ¿cómo entender que la salvación de Dios está detrás de la terrible pasión de Jesús? Llevo años leyendo cosas y dando vueltas a este tema sin llegar a una formulación que me parezca definitiva  y totalmente satisfactoria[9] . Pero algo hemos podido recopilar. Veámoslo con algunos ejemplos. Para llegar a la Tierra Prometida los judíos, durante un tiempo prolongado, –“cuarenta años”-  debieron atravesar un desierto terrible, que luego recordaban con temor como aquella soledad poblada de aullidos. El hambre y la sed les llevaron a rebelarse contra Dios cómo en Masá y Meribá: Si hoy escucháis mi voz, no endurezcáis el corazón, como en Meribá, como el día de Masá en el desierto, donde vuestros padres dudaron de Mí.
            Aquí no hay más cera que la que arde: entre Egipto y Palestina está el desierto. Hay que atravesarlo para llegar a casa. No hay otro camino posible. ¿Y no podría Dios quitar milagrosamente el desierto durante un tiempo, o llevarnos volando? Esta absurda pregunta llevaría a una extensa respuesta que –por hoy- nos desviaría del tema. Lo dejamos para otro día y nos conformamos con que responda el sentido común de cada uno/a. 
            Otro ejemplo más cotidiano: para quienes somos tímidos, inseguros, y torpes en las relaciones humanas la necesidad de buscar y encontrar trabajo nos puede llevar a pasar a situaciones tan incómodas y desagradables como una tortura china. Pero si el miedo al desierto nos hubiera atado a permanecer en Egipto, nunca hubiéramos llegado a Palestina. Para llegar al cielo nuevo y la tierra nueva donde habite la justicia (2 P 3,8-14 ) hay que recorrer todo el camino que lo separa de este punto en el que estamos ahora y donde no habita esa justicia[10].

¿Podemos decir también que, para el camino de Jesús, entre la plácida Galilea y la resurrección estaba el desierto de la pasión, y que era necesario cruzarlo? Intentaremos responder a esta pregunta tirando de este hilo: no hay amor más grande que dar la vida por los amigos. De ahí partimos, del amor de Dios hacia los hombres, que nos manda a su Hijo para señalarnos el camino hacia el Reino donde habite la justicia.
Para lograr eso tiene que tomar cuerpo humano y acampar entre nosotros. Eso supone asumir la naturaleza humana, expuesta al sufrimiento, el conflicto, la injusticia y la muerte. Por otro lado, el viejo Israel ya no cumple su cometido. Promover un nuevo Israel supone conflicto con quienes están ligados al viejo por intereses personales. Proclamar abiertamente esto era convertirse en una diana. Dedicar (entregar) a su vida a esta tarea de llevarnos al Reino suponía pagar ese precio, especialmente si se adopta el provocativo método de los gestos proféticos, como en la expulsión de los mercaderes del templo. Además, dedicar la vida a personas a las que se ama, supone algo más que dedicar tiempo y atenciones; supone cargar con sus pecados y con sus consecuencias. Lo entendemos muy bien cuando pensamos en los padres de un hijo drogadicto al que no abandonan, soportando todo tipo de humillaciones y sufrimientos antes que dejarle tirado. La carta a los Hebreos profundiza en dimensiones aun más ricas de este peregrinaje por el desierto que hizo Jesús en su Pasión. Ya lo vimos en anteriores comentarios bíblicos.


            Sin forzar la realidad de cada persona[11] podemos ensayar un paralelismo de nuestra situación vital actual con algunos de los grandes momentos del relato bíblico. Acaso el Éxodo sea la primera referencia en este sentido.
            Normalmente considero poco educado hablar de uno mismo en una charla como esta, pero el lenguaje catequético exige dar testimonio de la propia experiencia espiritual. Así que lo haré. Pero dejando claro que la experiencia personal es siempre irreductible a la de los demás. Por mucho que todos seamos llevados por la corriente de la historia hacia la plenitud del Reino como si de un gran río se tratase, cada persona lo vive de una forma única.
Pues bien,  cómo los hebreos que deseaban “salir al desierto para rendir culto a su Dios”, yo deseaba lago parecido y un “faraón” me lo impedía. Sentía una fuerte inclinación (¿vocación?) a dedicar una buena parte de mi tiempo a las tres tareas de la Iglesia: transmisión de la fe, oración y liturgia, y servicio a los más pobres. Y todo ello realizado en común con amigos y amigas que entiendan su vida como discípulos/as de Jesús.
            Desde luego, no pensaba en dedicar todo mi tiempo. Hay que ganarse el garbanzo, atender a la familia y disfrutar de ella... Pero lo que ocurría es que esas cosas absorbían todo mi tiempo, no dejando nada para salir al desierto a dar culto a Yahveh.
            La necesidad de cubrir estas necesidades es mi faraón.
            Ensayamos diversos cambios y soluciones que, hasta el momento no han sido más que infructuosas “negociaciones” con el faraón. Desde luego, somos unos cuantos los que esperamos que el Espíritu nos vaya llevando hasta dar el salto al desierto. Acaso tenga algo que ver con ello este fermentillo de amistades espirituales que se está formando en torno a la oración de los viernes[12]. Acaso estamos esperando acontecimientos espectaculares de liberación y los tenemos delante de las narices[13]... Buena parte de esa inteligencia profética a la que aludíamos sería la capacidad de que no nos pase por alto la acción y la presencia de Dios en vida, aunque se muestre tan sólo como una “brisa suave” como a Elías en el monte Horeb.

Para concluir
            ¿Podemos decir que tenemos suficiente base para albergar tan fantástica esperanza sólo con lo visto hasta aquí? Puede ser. Pero hemos dicho que dejábamos para el final la mención de aquello que es la clave, la llave, la piedra angular en la que se sustentan nuestras esperanzas. Para no perderme en discursos llamaré a la imaginación. Pensemos en los protagonistas de cualquiera de los relatos de las apariciones, por ejemplo en María Magadalena. No vive un momento de esperanza y tiene buenas razones para ello: aunque es una judía devota que recuerda el Éxodo, y sabe de los profetas, y de la Alianza, los acontecimientos recientes de su vida le harían sentirse tan falta de esperanza como a un nihilista de nuestros días. Su abatimiento la ciega y no se da cuenta  que tiene “compañía” salvífica…hasta que el Resucitado la llama por su propio nombre. Y su perspectiva cambia radicalmente. Ahora recobra la esperanza perdida.
            Y es que toda nuestra fe en llegar al cielo nuevo y la tierra nueva pende de un hilo aparentemente fino: la resurrección de Cristo[14]. Aquí se sustenta esta esperanza tan difícil de dibujar con palabras abstractas, pero muy entendible con el corazón. El lenguaje del corazón no es un discurso racional como este, es la música. Joan Baez cantaba todo esto que he dicho solo con una vieja canción de Gospel, We shall overcome. La letra dice
Yo tengo fe, y hoy no tengo miedo, porque en lo profundo de mi corazón estoy convencida que un día venceremos, caminaremos juntos de la mano, seremos libres. No estaremos solos; si, yo tengo fe, un día venceremos.







Ideas para motivar el intercambio de impresiones
·         ¿Entendemos la historia como el esfuerzo humano por lograr el progreso o como Historia de salvación conducida por Dios?
·         ¿Somos capaces de entender nuestra historia personal (toda ella) como historia de salvación, como una peregrinación hacia el Reino?
¿Sentimos la tentación de tirar la toalla (de mantener nuestra esperanza) ante el sufrimiento propio o el ajeno?


[1] Aunque son cada vez más las personas que  parecen felizmente instalados en un mundo sin mucho más horizonte que el efímero presente. Pero también somos muchos los que no les entendemos.
[2] En esta visión bíblica de una historia lineal y progresiva tienen su raíz conceptos tan familiares a nuestra cultura como “evolución” o “progreso”. Curiosamente, estos conceptos han sido utilizado como su arma predilecta por los abanderados del pensamiento antirreligioso.

[3]Conviene hacer mención de un hecho curioso: Jesús, en sus discursos y parábolas cita una buena cantidad de especies animales y vegetales. La contemplación de la naturaleza, o mejor dicho, de la creación, no le dejaba indiferente sin duda. Era un naturalista de la antigüedad. También cabe explicar esto con una anécdota: cuando yo era profesor, vino a visitarnos un misionero que vivía en Mozambique. Cómo los chicos no le hacían preguntas, para romper el hielo yo le interrogué sobre el ateísmo en África. El me contestó que en África hay animistas, musulmanes y cristianos, pero no ateos. Ante mi extrañeza de europeo, el me explicó que, donde él vive, la gente se levanta por la mañana y ya disfruta del espectáculo de la naturaleza que le rodea por todas partes con una riqueza y una diversidad inimaginable para nosotros. Y el sol africano... Ante eso uno se vuelve espontáneamente religioso.
Veamos como lo entendían algunos que sabían rezar contemplando la creación:
Cuando un hombre realiza una obra que es admirada por todos, decimos que es maravillosa; pero cuando vemos los cambios del día y la noche, el sol, la luna y las estrellas del cielo, y el cambio de las estaciones en la tierra, con sus frutos que maduran, todo el mundo debe darse cuenta de que es la obra de alguien más poderoso que el hombre. Perseguido Por Osos. Sioux Santi
Debemos comprender que todas las cosas son obras del Gran Espíritu. Debemos saber que Él está en toda cosa: en los árboles, las hierbas, los ríos, las montañas y todos los cuadrúpedos y los pueblos alados; y, lo que es aun más importante, debemos comprender que Él está también más allá de todas estas cosas y de todos estos seres. Cuando hayamos comprendido todo esto profundamente en nuestros corazones, temeremos, amaremos y conoceremos al Gran Espíritu; entonces nos esforzaremos para ser, actuar y vivir como Él quiere. Alce Negro. Sioux Oglala.
[4] En el mundo bíblico la palabra “corazón” no se refiere simplemente a los sentimientos. Hace mención, más bien al centro de la persona, a su yo.
[5] En las Escrituras, la relación entre Dios y los seres creados se expresa en términos de “alianza”, la traducción más frecuente de la palabra hebrea b’rith. Tendemos a pensar en una alianza como en una cuestión simétrica entre dos compañeros que se comprometen a cumplir un contrato, pero no es el significado principal de la palabra b`rith. Se refiere sobre todo, a una promesa y un regalo de Dios. Es significativo, a este respecto, que los judíos que hicieron las primeras traducciones de la Biblia, tradujeran del hebreo al griego esta palabra diatheke, que significa “disposición, plan”. La alianza es, entonces, la disposición por la que Dios instituye un orden de salvación. Es por lo que a veces se dice que la alianza no está hecha o establecida, sino DADA. Dios dice: Yo establezco una alianza entre nosotros dos, y te multiplicaré sobremanera ( Gen 17, 2). Este tipo de regalo y promesa aparecen en la Alianza con Abrahám (Gen 15 y 17). Dios libremente hace el compromiso de darle a Abrahám una tierra, hacer de él un gran pueblo y una bendición para todas las naciones. Abrahám es pura receptividad, todo lo que hace es confiar.
En otro sitio, la creación se describe en términos de alianza. Dios habla de “mi alianza con el día y i alianza con la noche” (Jer 33, 20). Aquí es evidente que esta alianza habla del orden que Dios ha establecido ene l universo. Y después de la inundación, Dios hizo una alianza eterna con todas las criaturas vivientes (Gen 9, 16). Esta alianza no depende de su acuerdo con él; Dios es el que toma la responsabilidad para asegurar y garantizar la vida a toda la creación. Tomado de SEEK AND FIND, Taizé.
[6] Las vivencias fundantes del Éxodo hebreo nos inspiran para entender el recorrido de la historia y de la vida personal de cada uno como  una peregrinación, como un camino espiritual hacia la tierra prometida. Así entendemos el peso de las peregrinaciones en la espiritualidad cristiana, por ejemplo de las peregrinaciones a Taizé.
[7] Puede ayudar mucho aquí recordar aquí las ideas del neoplatónico Plotino sobre el UNO, la manifestación en las mltiplicidad, y el retorno al UNO de todos los seres. Explicado así suena a chino; hace falta que un profe lo explique con un esquema en la pizarra.
[8] En contraposición a la inteligencia “mundana”, incapaz de ver el proyecto divino en la historia, apoyándose en simplezas que no lo parecen, como “si Dios existe, ¿cómo explicar Auschwitz?
[9] Se leen y se escuchan maneras de explicar esto que se han hecho muy populares en amplios sectores eclesiales, pero que si se para uno a pensarlas, a “masticarlas”, se encuentran conceptos que son para salir corriendo. Me refiero a las ideas referidas a que Jesús, en representación de todos los humanos, pagó a Dios por nuestras ofensas con su sufrimiento, y que los sufrimientos que Dios nos manda tienen ese mismo valor redentor de pagar a Dios por nuestras ofensas con sufrimiento. Nunca dudaré de la intención piadosa de quienes afirman estas cosas, pero si de su diligencia intelectual, pues dibujan una imagen del Dios Padre que podría protagonizar una película de terror
[10] En el lenguaje bíblico la palabra justicia no debe entenderse solamente como dar a cada uno lo que le corresponde, sino como un mundo como Dios lo quiere. Como en el canto de Taizé, o como en el Apocalipsis, sin dolor o muerte, porque el mundo viejo ya ha pasado

[11] En este sentido, recuerdo escenas un poco patéticas en que se le pedía a un catecúmeno que relatase su “historia de salvación”. El pobre debía forzar un paralelismo entre su vida y el Éxodo bíblico que no se veía por ninguna parte.
[12] El hermano Javi ha manifestado varias veces su anhelo de disfrutar de un monasterio laico...
[13] Intuimos que no conviene “forzar” nada. Simone Weil decía: Aprende a rechazar la amistad, o más bien, el sueño de la amistad. Desear la amistad es una gran falta. La amistad debe ser una alegría gratuita como las que da el arte, o la vida. Es necesario renunciar a ella para ser digno de recibirla. Pertenece al orden de la gracia. Está en todas las cosas que nos son dadas por añadidura.
[14] Por eso Pablo responde a los cristianos acaso gnósticos que niegan la resurrección: si sólo para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, somos los más desdichados de entre los hombres ( 1 Cor 14, 19 )

Oración de la tarde del retiro del 22 de octubre de 2011

Retiro 22 de octubre de 2011     El  Pardo                                 Oración de la tarde


CRISTO RESUCITADO ESTÁ UNIDO A CADA SER HUMANO SIN EXCEPCIÓN

Hermano Roger

Canto: Exaudi orationem meam et clamor meus ad  te veniat Tu Deus in eternum permanes in eternum permanes ( Escucha mi oración y mi clamor llegue hasta ti Tu, Dios que permaneces ) 

Meditación

            Nuestra historia no acaba con la muerte, porque es una historia de salvación. En el Evangelio, María Magdalena, aunque había visto , oído y vivido con Jesús, cuando él muerió, ella creyó que la historia de Jesús , y la suya propia, eran historias que acababan con la muerte, con la separación. En el sepulcro ella no buscaba la vida, sino la muerte. Tenía delante de ella la misma Vida. Mientras caminamos por este mundo, en el que aun existen el dolor y la muerte física, ¿seremos capaces de abrir los ojos y el corazón para ver y escuchar nuestro nombre?¿Nos sentiremos, por esa llamada, a la Vida ya desde ahora? Somos invitados a hacer de nuestro tiempo en la tierra, una historia de Vida, a entretejer nuestras ocupaciones e incluso preocupaciones con el hilo conductor de la esperanza que Cristo Resucitado nos regala. Recordemos siempre nuestros encuentros con Él, en los que nos ha llamado por nuestro nombre, y le hemos reconocido. Reconozcamos en Él al Único que puede colmar nuestra sed y nuestra hambre de eternidad. Y deseemos sentir su Presencia Resucitada, que nos acompaña todos los días de nuestra vida. La alegría es tanta que, como María somos impulsados a transmitirla a nuestros semejantes. Pidamos al Espíritu que venga en ayuda de nuestra oración para comprender esta realidad.

Canto: Jesus  Christ bread of life those who come to you will not hunger

Jesus Christ risen Lord those who trust in you will not thirst
( Jesucristo

Salmo Alleluia

Lectura bíblica


Estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando...Y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús. Le dicen: “Mujer, ¿por qué lloras?” Ella les respondió: “ Porque se han llevado a mi Señor, y no sé donde lo han puesto.” Entonces, vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dice Jesús: “ Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?” Ella, pensando que era el jardinero. le dice: “Señor, si tu te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo me lo llevaré “. Jesús le dice: ¡MARÍA! . Ella se vuelve y le dice en hebreo: RABBUNÍ- que quiere decir MAESTRO. Le dice Jesús: “Deja de tocarme, que todavía no he subido al Padre. Pero vete a mis hermanos, y diles: subo  a mi Padre y vuestro Padre, a Dios, vuestro Dios” Fue María Magdalena y dijo a los discípulos: “ He visto al Señor”, y que había dicho estas palabras. - Jn20, 11- 18 -

Canto :Oculi nostri ad Dominum Jesum  oculi nostri ad Dmominum nostrum
            ( Nuestros ojos en el Señor Jesús; nuestros ojos en nuestro Señor )

Silencio. Kryrie eleison . Padre Nuestro.

Oración final:

Cantos: Oh oh oh oh Jubilate Deo omnis terra oh oh oh oh alleluia alleluia
Wait for the Lord whose day is near wait for the Lord keep watch take heart
La tenèbre n’est point tenebre devant toi la nuit come le jour est lumiere
            ( La tiniebla no es tiniebla ante ti, la noche como el día es luz)
Jesús le Christ, lumiére intérieure, ne laisse pas mes ténèbres me parler. Jesús le Christ lumiére intérieure, donne moi d’accuillir ton amour.(Cristo Jesús, luz interior, no dejes que mis tinieblas me hablen. concédeme acoger tu amor )
Todos mis pensamientos reúne en ti, en ti está la luz, siempre estás ahí; en ti el auxilio y la paciencia en ti. No entiendo tus sendas pero Tú iluminas la senda para mí.

Oración del mediodía del retiro del 22 de octubre de 2011

Retiro 22 de octubre  2011      El Pardo                                    Oración de mediodía



LO QUE ES IMPOSIBLE PARA EL HOMBRE ES POSIBLE PARA DIOS
Lc 18, 27

Canto: Bonum est confidere in Domino bonum sperare in Domino

Meditación:
            En la vida cotidiana, un día caluroso, Abraham es visitado por Dios en su propia casa. Sus ojos ven a tres peregrinos, pero su corazón ve al Señor. Dios está presente no de forma extraordinaria, sino en un acontecimiento aparentemente sencillo, como es un encuentro. Pero Abraham está dispuesto interiormente a ver “más allá”. ¿Está nuestro corazón preparado, como el de Abraham, para reconocer a Dios en nuestra historia? Abraham reconoce al Dios, pero no se queda en eso, sino que le pide que no pase de largo, le pide que se quede con él y con su familia. Desea su Presencia. ¿Desea nuestro corazón, tanto como el de Abraham, la Presencia de Dios en nuestra vida? Damos gracias en esta oración por la constante compañía de Dios en nuestra historia y, en nuestro caminar y le pedimos continuar deseándola. Los peregrinos, Dios, les dice a Abraham  y a su mujer cosas difíciles de creer. Y Abraham confía ¿Confiamos nosotros en que lo que para nosotros en nuestra propia vida parece imposible, es posible para Dios?

Canto: Behüte micht Gott: ich vertraue dir, du zeigst mir den Weg zum Leben.
Bei dir ist Freude, Freude in fülle ( Guárdame oh Dios, pues confío en ti; me enseñarás el sendero de la vida. En ti está la alegría en plenitud. )

Salmo alleluia


Lectura bíblica:
Se le apareció el Señor a Abraham en el encinar de Mambré, cuando estaba sentado a la puerta de su tienda en lo más caluroso del día. Levantó los ojos y vio que había tres hombres delante de él. Inmediatamente, acudió desde la puerta de la tienda a recibirlos, se postró en tierra y dijo: “Señor mío, si te he caído en gracia, no pases de largo cerca de tu servidor ( ... ) ¿Dónde está tu mujer? – le dijeron – Volveré sin falta a ti pasado el tiempo de un embarazo; para entonces tu mujer tendrá un hijo(...) ¿Por qué se ha reído Sara? ¿Hay algo difícil para Yahveh?       - Gn 18 -

Canto: L’ajuda em vindrà del Senyor, del Senyor, el nostre Déu, que ha fet el cel i la terra, el cel  i la terra. ( La ayuda vendrá del Señor que ha hecho el cielo y la tierra )

Silencio

Oración final:

Dios de todos los seres humanos, siguiendo las huellas de los santos
y todos los hombres y mujeres que han confiado en Ti a través de la historia,
con los apóstoles y la Virgen María hasta hoy,
somos llamados a contemplar tus acciones en nuestra vida
Tú eres aquél que siempre nos acompaña
y a quien damos nuestra confianza.


Canto: Oh oh oh oh Jubilate Deo omnis terra oh oh oh oh oh alleluia alleluia
            ( Alabad a Dios toda la tierra alleluia )
                Laudate omnes gentes laudate Dominum
            ( Alabad a Señor todos los pueblos )

Oración de la mañana del retiro del 22 de octubre de 2011

Retiro 22 octubre  El Pardo                   ORACIÓN DE LA MAÑANA


YO SOY EL PRIMERO Y EL ÚLTIMO Y NO HAY NINGÚN DIOS FUERA DE MI


Canto: De noche iremos de noche que para encontrar la fuente sólo la sed nos alumbra
            Sólo la sed nos alumbra.

Meditación:
            La noche nos acompaña en la fe. Pero no la oscuridad completa. Porque Dios es la  Luz. Dios es la Vida. Dios es espíritu de vida. Nosotros participamos de la vida, que es Dios. Dios sopló su espíritu para crear a toda criatura, toda vida. E incluso más: cada instante de nuestra vida está traspasado por ese aliento y se hace posible por él .Es el mismo espíritu que Jesús resucitado sopla sobre sus discípulos diciendo: “Recibid el Espíritu Santo” Quiere decir que Dios sigue actuando en la vida del ser humano.
            Hoy vamos a orar contemplando, recordando y actualizando  cómo hemos sentido ese soplo de Dios en nuestra vida. Sintamos ese aliento en los momentos en que lo hemos sentido con fuerza, en los acontecimientos en que nos ha impulsado a construir nuestra historia con Dios.  Somos invitados a reconocer la acción de Dios hasta el momento presente y a desear que su aliento, su fuerza continúe empujando, dando la verdadera Vida, conduciéndonos no por un camino a la deriva, sino por el “camino eterno”, viviendo en la esperanza que nos hace vislumbran la vida con Dios para siempre y en plenitud, según la promesa del mismo Dios que hoy nos sostiene..
            Tras ser creados somos llamados a la recreación , a nacer de nuevo mientras estamos en este “mundo” y a ser recreados, en una vida más plena en la resurrección. Que durante este día podamos “sentir” que el Señor está cerca y que hace de nuestra vida, cada día , algo nuevo.

Canto: See I am near says the Lord see I make all things new
            ( Mira, yo estoy aquí, dice el Señor y hago todas las cosas nuevas.)

Salmo  Alleluia

Lectura bíblica

Así habla el Señor, el que te hizo, el que te formó desde el seno materno y te ayuda.
No temas,  mi servidor, a quien yo elegí. Porque derramaré agua sobre el suelo sediento y torrentes sobre la tierra seca; derramaré mi espíritu sobre tu descendencia
y mi bendición sobre tus vástagos. Ellos brotarán como la hierba entre las aguas,
como sauces al borde de los arroyos. Uno dirá: "Yo pertenezco al Señor"
y otro llevará el nombre de Jacob; otro escribirá sobre su mano: "Del Señor",
y será designado con el nombre de Israel. Así habla el Señor, el Rey de Israel,
su redentor, el Señor de los ejércitos: Yo soy el Primero y yo soy el Último, 
y no hay ningún dios fuera de mí. (  Isaías 44)

Canto: Dominus spiritus est spiritus autem vivificat spiritus autem vivificat
            ( El Señor  es espíritu, espíritu que da vida )

Silencio. Oración final: 
Como María, Señor, que tu Espíritu nos ayude a leer nuestra propia historia de salvación , alegrarnos con ella y poder rezar:  
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.
                                   Porque has mirado la  humillación de tu esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones
porque el poderoso ha hecho obras grandes en mi.
Su nombre es santo y  su  misericordia llega a sus fieles
                                       de generación en generación...
Canto: Magnificat magnificat magnificat anima mea Dominum ( bis )
            ( Glorifica alma mía al Señor )
                Christe lux mundi qui se sequitete habebit lumen vitae lumen vitae