martes, 31 de enero de 2012

Introducción bíblica del retiro del 28 de enero de 2012

“HAGO TODAS LAS COSAS NUEVAS”

Retiro de El Pardo 28 de enero de 2012

“¿Lo ves? Estoy cerca -dice el Señor. Mira, hago todas las cosas nuevas” (Ap. 21, 5).

I. EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO
Viktor Franckl fue un psiquiatra y neurólogo austriaco de reconocido prestigio que desde 1942 estuvo prisionero por su condición de judío en varios campos de concentración, entre ellos Auschwitz y Dachau. Fue liberado el 27 de abril de 1945 por el ejército norteamericano. Viktor Frankl sobrevivió al Holocausto, pero tanto su esposa como sus padres fallecieron en los campos de concentración.
Durante su cautiverio, observando los comportamientos de sus compañeros de cautiverio desde un punto de vista clínico, llegó a la conclusión de que los prisioneros que tenían más probabilidades de sobrevivir eran aquéllos que, independientemente de su forma física, tenían un motivo por el que vivir. De este modo, el novio enamorado con planes inminentes de boda, el padre a quien una hija enferma espera para ser atendida, el intelectual pendiente de realizar las últimas correcciones a un estudio antes de ser publicado… Todos ellos, cuando se aferraban a ese destino que trascendía al sufrimiento que estaban experimentando, lograban continuar adelante.
Viktor Franckl entendió que la vida esconde siempre un sentido que está por encima de las circunstancias a las que diariamente nos enfrentamos. Un sentido que no siempre conocemos pero que está ahí, y su mera existencia hace que esta vida pueda vivirse en plenitud.
En su libro “El hombre en busca de sentido” contrapone a la psicoterapia tradicional, que se centra en evitar el sufrimiento, la logoterapia (de logos = sentido) que, por el contrario, sale a su encuentro para que nos desvele su sentido en nuestra vida. “Son las circunstancias especialmente adversas o difíciles las que otorgan al hombre la oportunidad de crecer espiritualmente más allá de sí mismo”. Y una vez encontrado el sentido de ese sufrimiento, un sufrimiento inevitable no masoquista, tendremos la posibilidad de afrontar nuestra situación con grandeza, con entereza, con la serenidad de quien sabe que, a pesar del misterio, todo es para bien. Podrá nacer entonces un inmenso orgullo, una esperanza real e incluso una sincera ilusión.
Afrontar así las circunstancias dependerá en última instancia de una decisión libre por nuestra parte. Una decisión que es reflejo de la dignidad del ser humano, a quien hasta las situaciones más extremas no le pueden privar de su capacidad de elección.
En el caso del cristiano, creo que lo que da el verdadero sentido a su vida es el deseo de comunión con Dios y su Creación, el cual tiene su apogeo en la esperanza de la futura Resurrección: el encuentro definitivo.
Creo que el ser humano, de una manera de otra, de modo más o menos torpe, recorre su vida buscando esa sensación de plenitud, ese gozo intenso e inexplicable que todos hemos alguna vez experimentado y que nos ha fundido en un instante con el resto del universo.
La gran esperanza de la Resurrección es lo que da precisamente sentido a nuestra vida actual. El hombre necesita proyectarse, para vivir plenamente su presente necesita una meta futura con la que soñar, un objetivo por alcanzar. “En cambio – afirma Franckl- si se zambulle en la amarga lucha por la supervivencia, es capaz de olvidar su humana dignidad y se comporta poco más allá a como lo haría un animal”.

II. LA VOLUNTAD DE DIOS
Ese deseo de plenitud es mutuo. Podemos pensar que el ser humano completo no es una persona sino una pareja: Dios y la humanidad, dos amantes.  Por este motivo, Dios mismo, también inflamado de Amor, viene a nuestro encuentro a través de su Hijo Jesucristo “Dios con nosotros” para ofrecernos su amistad: “Permaneced en mí, como yo permanezco en vosotros. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco vosotros, si no permanecéis en mí” (Jn 15, 4).
Jesús nos llama por ello a acoger este deseo ardiente del Padre y a confiar en Él para vivir ese encuentro: esta es Su voluntad.
Me voy a atrever a poner la “voluntad de Dios” en un contexto distinto, a verla desde un prisma diferente.
A veces tendemos a “someternos” a la voluntad de Dios, como un esclavo se somete a su amo y cumple su voluntad sin más.
Jesús en cambio nos dice en su testamento espiritual de la Última Cena: “Ya no os llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo os llamo amigos, porque os he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre” (Jn 15, 15). El sometimiento del siervo es incompatible con la libertad de la verdadera amistad.
Jesús nos ha dado la dignidad de amigos “porque os he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre”. Su voluntad se ha vuelto, por tanto, transparente: acoger sus deseos de plenitud trabajando en Su proyecto de Amor.
Revestidos de esta nueva dignidad, hacer la voluntad del Padre significa corresponder a sus anhelos fundiéndonos en sus proyectos, en sus planes, en sus sueños con la misma confianza que un hijo camina de la mano de su madre. Es hacer nuestro corazón uno sólo con el Suyo y mirar así con Él en la misma dirección:
“Jesús le dijo: ‘El que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré nunca volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en un chorro que salta hasta la vida eterna.’” (Jn 4, 13-14)
Jesús nos llama a aunar fuerzas con el Padre, a unir voluntades y trabajar juntos para continuar la maravilla de la Creación, la construcción de su Reino, con el sueño siempre presente de la Resurrección. Y es tal su respeto y su amor que no impone, invita. No nos fuerza, nos espera. Y porque nos necesita, Él confía, confía siempre, a pesar de que ello suponga colocarse voluntariamente en una posición vulnerable y dependiente de nuestro comportamiento, como nos demostró a través de su Pasión y su muerte.
Hacer la voluntad de Dios es ser lo que siempre hemos estado llamados a ser, a realizarnos como las personas que Él soñó. Somos agentes necesarios para culminar su proyecto de amor y nos dio para ello unos talentos, unos carismas, con los que afrontar los retos de la vida que nos trae nuestra Comunión con Él.

“Y vino a mí la palabra del Señor, diciendo: Antes que yo te formara en el seno materno, te conocí, y antes que nacieras, te consagré, te puse por profeta a las naciones. Entonces dije: ¡Ah, Señor Dios! He aquí, no sé hablar, porque soy joven. Pero el Señor me dijo: No digas: "Soy joven", porque adondequiera que te envíe, irás, y todo lo que te mande, dirás. No tengas temor ante ellos, porque contigo estoy para librarte, declara el Señor” (Jeremías 1, 4-8).

III. LA REALIDAD
El mundo real, el mundo verdadero estará por tanto allí donde esté el “sí” a la llamada de Dios.
La Realidad está bien. Son los filtros que le ponemos a la Realidad los que dificultan su verdadera comprensión. Se hace necesario estar atentos a nuestros filtros, a nuestros paradigmas. Los paradigmas son esquemas mentales, preconceptos que hacen que visualicemos la realidad parcialmente y no en toda su amplitud. Son útiles pues nos ayudan a “no pensar” pero nos impiden ver las cosas como realmente son, en toda su verdad.
Los filtros hacen que centremos nuestra atención en objetivos equivocados intentando satisfacer nuestro deseo de plenitud por medio de falsas realidades. Casi siempre ocurre además que mezclamos unas realidades con otras: la esperanza de Dios con las esperanzas vacías que se presentan en nuestro camino, buscando, a veces no importa cómo, cubrir esa necesidad a la desesperada.
A Dios, por tanto, no llegaremos por el proceso de añadir sino por el proceso de restar porque para poder renacer en algo, algo tiene que morir. “Hago todas las cosas nuevas” (Ap. 21, 5).
Debemos por tanto, en primer lugar, ser conscientes de qué obstáculos se interponen entre nuestra realidad y la Realidad de la voluntad de Dios. Y es que quizá porque dudamos de nuestra propia grandeza, no es siempre fácil atender en nuestro corazón la llamada de Dios.  Los sentimientos negativos serán los que me indiquen qué cosas estoy añadiendo a la Realidad, qué obstáculos estoy añadiendo al “sí” a Dios.
Es importante partir de la base de que este proceso de adaptación a la Realidad, por las características de la propia naturaleza del ser humano, puede continuar durante toda nuestra vida.  La mente humana construye orden a partir del desorden, hasta que todo se desordena de nuevo y entonces lo vuelve a ordenar… y así: orden, desorden, orden, desorden, orden… Y es que todos los sistemas en la naturaleza tienen la capacidad para reorganizarse y reencontrar el equilibrio: un equilibrio dinámico, no estático, aunque si nada lo impide, inevitablemente tenderán a un estado de desorden y caos.
Este estado de desorden al que tendemos es lo que se llama “entropía”. Poco a poco la conciencia deja de funcionar porque no es necesaria para sobrevivir y empezamos a trabajar con el subconsciente, nos volvemos entonces más vulnerables. Es fácil por tanto caer en la desidia, la apatía, el conformismo, donde uno termina por no cuestionarse nada.
De acuerdo con el profesor Mihaly Csikszentmihalyi, la fuerza que controla la entropía es la “fluidez”. Son acciones que preservan el orden al tiempo que impiden la rigidez. Tener metas claras en nuestra vida, objetivos concretos, sueños en los que fijarse es, por tanto, fundamental para que la mente no se desintegre en el caos.
Jesús me ofrece en este sentido una meta clara: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente” (Mateo 22, 37).
IV. LA LLAMADA
“Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo. Evoca primero en los hombres y mujeres el anhelo por el mar libre y ancho” (Antoine de Saint Exupery)
Es la vida por tanto la que debe acomodarse al corazón y no el corazón a la vida. Si no hay ajuste entre nuestro sentido de vida, nuestros talentos y nuestra manera de actuar, somos llamados al cambio. Dios nos llama, nos pide entrar.
«Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo». (Ap 3,20)
Es Dios mismo quien evoca en nosotros ese anhelo. Llega la llamada de la aventura y debemos aceptarla como un desafío.
“Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito”.
Este anuncio fue publicado por Ernest Shackleton en el periódico The Times con el fin de reclutar a cincuenta y cinco marineros para su expedición al Polo Sur. Recibió cinco mil candidaturas. Entre los requisitos que exigía durante la selección estaban que todos debían fregar la cubierta, incluso los médicos, y todos debían saber cantar.
La expedición fracasó, pero Shackleton se convirtió en un héroe por motivos muy distintos de los que él perseguía: tras pasar dos meses encallados en los hielos, emprendió un viaje de mil trescientos kilómetros con cuatro de sus marineros en un bote de siete metros a lo largo de mil trescientos kilómetros y consiguió llegar a la isla de South Georgia para pedir ayuda. Consiguió rescatar al resto de sus compañeros cuatro meses después y no murió ni uno solo.
Por eso, ante esta llamada, tenemos que estar preparados para lo imprevisible porque Dios puede aparecer con un cisne negro en nuestra vida.
Hasta 1697 en Europa se pensaba que todos los cisnes eran blancos. La llegada de los primeros cisnes negros traídos por los exploradores provenientes de Tasmania supuso un choque en la burguesía intelectual inglesa pues, al ponerse en cuestión una sencilla verdad, se empezó a pensar si realmente la sociedad ilustrada podía alguna vez acceder a toda la verdad.
Debemos acostumbrarnos por tanto a caminar en la oscuridad ya que sólo Dios tiene acceso a la Realidad completa. Me atrevería a pensar que nosotros podemos acceder únicamente a aquella parte de la Realidad que somos capaces de asumir. “De noche, iremos de noche, que para encontrar la fuente sólo la sed nos alumbra” y, como dice Francesco de Nigris, “hay fuente porque hay sed”.
El amor en libertad, como es el Amor entre Dios y los hombres, no puede existir si no hay confianza. Una vida caminando en la oscuridad es impensable sin ella.
“Maestro ¿dónde vives? Jesús les dijo “Venid y veréis” (Jn 1, 38-39)
Parafraseando a Pilar Jericó, “el opuesto del aventurero  es quien jamás alberga espacio para la duda de sí mismo y se pasa la vida defendiendo su razón. Sus creencias le poseen, le esclavizan. La certeza le hace perder la libertad, por eso en el budismo se habla del’ vacío fértil’, es decir, dejar espacio al no saber, lo que en Occidente nos da muchísimo vértigo. Los conflictos nacen entonces cuando intento limitar al corazón, encasillarlo, encerrarlo en sí mismo sin permitir que se abra a la confianza en la persona amada.”
La confianza consiste en asumir la incertidumbre de todo el proceso y la sensación de pérdida de control, a pesar de que a nuestro cerebro le incomode, como ha demostrado la ciencia. Y es que la confianza también nos coloca a nosotros en una posición aparentemente vulnerable y dependiente de los planes de Dios, por eso la confianza no encontrará su lugar si no hay amor.

V. LAS RESISTENCIAS

Como decíamos antes, nuestra mente va a tender siempre a la entropía, a menos que la mantengamos fija en un objetivo. Cuando la meta inicial deja de estar clara la mente tenderá a protegerse buscando nuevos asideros y las resistencias a la llamada de Dios pueden ser grandes.
Si nuestro cerebro no quiere ver la Realidad, siempre buscará una excusa para no verla. Al fin y al cabo, nuestro cerebro, que es asociativo, en última instancia ve lo que quiere ver y lo que le falta lo rellena. El ser humano es el único animal del mundo que sólo con pensar en algo lo sufre como si lo estuviera pasando así que cuidado con lo que pensamos porque la mente no distingue entre realidad y ficción!
Las resistencias a la llamada de Dios se pueden manifestar a través de reacciones tipo:
- No aceptar la llamada: “Esto a mí no me toca”.
- Negar la inquietud interior que estoy experimentando: en este caso puede aumentar la intensidad de las emociones, estamos más irascibles...
- Evitar pensar: nos llenamos la agenda de ocupaciones.
Es importante reconocer cuál es nuestra reacción para saber reconocer lo que nos está sucediendo. Si reconocemos y cuestionamos estas tendencias y emociones, seremos conscientes de nuestro estado y decidiremos así en consecuencia, sin engañarnos.
Únicamente si somos conscientes de nuestra reacción podremos romper creencias.
La otra gran resistencia que nuestra mente opondrá a la llamada son los miedos.
Los miedos son necesarios. El ser humano ha evolucionado a lo largo de la historia en gran medida gracias a sus miedos. Detrás de los miedos está la supervivencia.
El miedo nos protege, con él viene la prudencia. Pero si es verdad que el mínimo miedo nos protege, el máximo miedo nos paraliza. Por eso hablamos de miedo sano frente a miedo tóxico.
En la mitología romana Timor, el miedo, era hijo de Marte, el dios de la guerra, y de Venus, la diosa del amor. El miedo se concebía por tanto como hijo de la violencia y de los apegos.
Si conocemos cuáles son nuestros apegos, nuestra motivación, conoceremos cuáles son nuestros miedos.
McClelland describía tres tipos de motivaciones en las personas:
-          El logro: Es el impulso de medirse contra “listones”, conseguir objetivos, establecerse y superar metas.
-          La afiliación: Es la inclinación a llevarse bien con los demás, a crear buen ambiente.
-          El poder: Es el deseo de querer influir en los demás.
Todas las personas tenemos una motivación que prevalece sobre las demás: Si nuestra motivación en la vida es el logro, nuestro miedo será el miedo al fracaso; si nuestra motivación en la vida es la afiliación, nuestro miedo será el miedo al rechazo, al ridículo; si nuestra motivación en la vida es el poder, nuestro miedo será el miedo a la pérdida de influencia, a perder nuestra imagen.
Si nuestra mente percibe que la llamada de Dios puede poner en riesgo la estabilidad que le dan estas motivaciones llegarán las resistencias. Alguien dijo que en el mundo realmente sólo existen dos cosas verdaderas: Dios y el miedo. Tenemos que reconocer estas emociones ser honestos con nosotros mismos, alejarnos de justificaciones y explicaciones huecas y llamar a las cosas por su nombre. Como dice Guillermo Sánchez: “no se domina lo que no se nomina”.
Quizá ayude entonces el preguntarse ¿a qué me estoy agarrando? ¿qué es lo que no quiero perder?
Conocer nuestras resistencias quizá no evitará que desaparezcan pero sí evitará que nos paralicen y podamos seguir adelante.
Es importante aquí tener en cuenta que la decisión de aceptar o no la llamada de Dios no puede responder a la mera satisfacción de un impulso moral. Como dice Franckl “el hombre no actúa para satisfacer su impulso moral, y silenciar así los reproches de su conciencia; lo hace por conquistar un objetivo o una meta con la que se identifica, por una persona que ama o por la gloria de Dios. Si obrara con el fin de acallar su conciencia se convertiría en un fariseo y, en ese instante, ya no sería una persona verdaderamente moral. Creo que hasta los mismos santos procuran servir exclusivamente a Dios, olvidándose por completo de los actos que conducen a su propia santidad.”
“Dios va al paso que tú puedes andar. No va ni más despacio ni más deprisa. Cuando te paras, Él se para contigo. Cuando corres, Él aligera también su marcha. Cuando te sientas a descansar, Él reposa contigo. El ritmo de tu marcha hacia el encuentro definitivo siempre lo marcas tú. Ese es el maravilloso juego de la libertad del hombre y de la fidelidad de Dios. Toda la vida del cristiano [...] viene marcada no por intentar llegar a Dios como una meta lejana, sino saber que el Señor es nuestro compañero diario de camino” (Mario Santana).

V. LA NOCHE OSCURA
“Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza” (2 Cor 12, 9-10)
Confrontados con nuestra propia sombra, con nuestras resistencias, negaciones y miedos, la llamada de Dios se manifiesta entonces en toda su crudeza, no hay filtros o paradigmas que la disfracen. Cruzamos con San Juan de la Cruz el umbral de la noche oscura del alma.
“En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.”

En la noche oscura podemos tocar nuestra fragilidad y en la fragilidad es donde Dios actúa. Cuántas veces rezamos en contacto con el suelo, con la tierra! La palabra humus, “tierra”, es la raíz de la palabra “humildad”. Sólo cuando somos humildes y nos cuestionamos profundamente nuestra propia realidad nos abrimos a un proceso de descubrimiento interior y de transformación ante la llamada de Dios.
En la noche oscura descubro quién soy realmente, vuelvo a mi esencia,”sin otra luz y guía sino la que en el corazón ardía”, a mi verdadera grandeza, a mi corazón. Me pongo en camino y vuelvo a la fuente a recuperar fuerzas para conectar con mi verdadero ser con toda honestidad, sin más disfraces y engaños.
Creo que puede ayudar preguntarnos en esta etapa con qué persona soñaba  Dios cuando nos dio la vida…
Dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que tenga autoridad sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo, sobre los animales del campo, las fieras salvajes y los reptiles que se arrastran por el suelo. Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Varón y mujer los creó.” (Gen 1, 26-27)

Se hace preciso por tanto conectar con la belleza de Su Creación y con nuestra responsabilidad para transformarla positivamente junto a Él (“Que tenga autoridad sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo)”, desde la grandeza de nuestra persona en su vertiente física, emocional, intelectual y espiritual:
La vertiente física, nuestro cuerpo, nuestras formas, han sido creados por Dios a la medida de nosotros mismos y de la Creación. Aceptarlo, cuidarlo y descubrir todo su potencial y su belleza nos llevará también a respetarlo y a honrarlo como templo del Espíritu (1 Cor 6, 19).
Las emociones nacen en lo más profundo de nosotros mismos y nos permiten vibrar con la Creación. Son la expresión de los asuntos del corazón y por eso son instintivas e irracionales. Todas las emociones sirven para algo, tanto las positivas como las negativas, por lo que gracias a ellas hemos podido evolucionar. Volviendo a Viktor Franckl: “A medida que la vida interior del prisionero se hacía más honda, apreciábamos la belleza del arte y la naturaleza, quizá por primera vez o con una emoción desconocida.” El ser humano se mueve en un setenta por ciento por emociones, sentimientos, voluntad y sólo un treinta por ciento por la razón y lógica, por lo que hoy en día no hay duda desde el punto de vista científico de que estamos hechos para sentir. Tenemos la bonita labor de identificar nuestras emociones, conocerlas y valorar en qué medida pueden contribuir al plan de Dios.
Nuestra vertiente intelectual, se ocupa de comprender las emociones a través de la reflexión para, de esta manera, abrirnos al resto de la Creación por la sabiduría: “En ella se encuentra un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, ágil, móvil, penetrante, puro, límpido, no puede corromperse, orientado al bien y eficaz. Es un espíritu irresistible, bienhechor, amigo de los hombres, firme, seguro, apacible, que lo puede todo y que vela por todo, impregna a todos los otros espíritus por inteligentes, puros y sutiles que sean.” (Sab. 7, 22-23).
Y por fin, mi vertiente espiritual, por la que a través de la oración me abro a “aquello que es más yo que yo mismo”, como decía San Agustín.
A través del diálogo interior podremos equilibrar y dar su justo lugar en cada momento a cada una de estas vertientes, es lo que viene en llamarse la autorregulación. Es fundamental para ello ser conscientes de nuestras conversaciones internas, de todo aquello que nos decimos y de cómo nos lo decimos. No sólo en lo que se refiere al presente sino también a los  momentos bellos de mi vida pasada para dar sentido al hoy y poder proyectarme hacia el futuro: “Nada se ha perdido aunque pertenezca al pasado, porque nosotros lo hemos abierto al ser, y haber sido es también una forma de ser, quizá la forma más segura de ser”.
Para  poder descubrir, con total humildad y honestidad, los dones, talentos y carismas que atesora la persona podemos seguir de nuevo a Frankl, quien apunta que existen tres tipos de valores que dan sentido a la vida: Primero: valores creativos. Segundo: valores vivenciales. Tercero: valores de actitud. Frankl cuenta la historia de un enfermo al que atendió y que vivió sucesivamente estos tres valores de forma casi dramática. Era un joven publicista quien, al diseñar anuncios vivía los valores creativos. Una grave enfermedad le obligó a abandonar su profesión y, por tanto, esos valores. No obstante, en el hospital, se entregó a la música, a la lectura…  y le dio un nuevo sentido a su vida a través de los valores vivenciales.  Sin embargo, el avance de su enfermedad le hizo contraer una parálisis que le impidió utilizar sus auriculares y continuar con sus lecturas, ¿qué sucedió entonces? Se volcó en los demás: en facilitarle el trabajo a los médicos, en las enfermeras, en animar a los demás enfermos. Se centró por tanto en los valores de actitud”.
La belleza será hilo conductor que nos permita sacar a la luz todo aquello que hemos recibido y ponerlo en acción para así convertirnos en protagonistas de nuestra propia vida y en verdaderos agentes de los planes de Dios, quien ha dado a cada uno su propia marca personal. Este es el gran compromiso!

VI. “HAGO TODAS LAS COSAS NUEVAS”
"No hay viento favorable para el marinero que no sabe a que puerto va" (Séneca)
Una vez que somos conscientes de nuestros carismas, de nuestros talentos, comprometidos con Dios, llega el momento de preguntarnos:

¿Qué puedo hacer yo que tiene valor para unirme a  la tarea creadora de Dios?

Quizá sea el momento de soñar, de proyectarnos hacia el futuro y de vernos a nosotros mismos realizando aquel proyecto que nuestro corazón siempre anheló. Soñar con elevar nuestros talentos a la máxima potencia  e imaginar cómo podríamos ponerlos al servicio del proyecto de amor de Dios.
“No os acordáis de las cosas pasadas ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí, que yo hago cosas nuevas, pronto saldrá a luz, no la conoceréis. Otra vez abriré camino en el desierto y ríos en la soledad” (Is. 43, 18).  
Sin embargo, el simple hecho de soñar muchas veces está condicionado por creencias limitantes. De acuerdo con Deepak Chopra, una creencia es algo a lo que te aferras porque te crees que es verdad. Una vez más, la clave está en nuestros pensamientos. Nuestros sueños, y por ende los sueños de Dios, no podrán cumplirse nunca si los pensamientos que nos impulsan a la acción juegan en nuestra contra. Debemos por tanto cuidar y vigilar nuestros pensamientos para que nuestras creencias sean expansivas y nos impulsen a construir. “Vigilad y orad” (Mateo 26, 41).
Siguiendo a Wilson Velásquez, “es verdad que muchas de nuestras creencias tienen su origen en años de malos hábitos y vienen condicionadas por nuestra educación, nuestra familia y la sociedad en la que vivimos y esto hace que estén profundamente arraigadas en nuestro subconsciente.” Aun así, a pesar de todo ello tenemos que ser conscientes de que con Dios nunca estamos atrapados en ningún sitio. Nuestro Dios es un Dios de liberación, un Dios salvador que ha venido precisamente a nuestro encuentro para desatarnos de todo lo que nos oprime y nos impide crecer.
A veces realmente parece más cómodo no esforzarse por soñar. Las creencias limitantes nos mantienen en un espacio de seguridad con pocos riesgos, donde el esfuerzo personal es muy limitado. En última instancia nos acomodamos a la vida “que nos ha tocado vivir” y  renunciamos a nuestra responsabilidad sobre ella para dejarla en manos de otros. No tendría ningún reparo en afirmar que esto es un atentado contra nuestra dignidad. 
Tenemos que ser conscientes de que la Realidad de Dios es diferente a nuestras creencias limitantes. De que nosotros mismos somos diferentes a nuestras creencias y de que yo no “soy” sino que “estoy siendo”: mi comportamiento es cambiable, mutable, diseñable. No debemos caer por tanto en identificarnos con nuestras creencias limitantes y dejarnos arrastrar por ellas.
Dios nos llama a soñar, a transformar las creencias limitantes en creencias expansivas, como dice la oración que se atribuye a San Francisco: “Que allá donde hay odio, yo ponga el amor, que allá donde allá ofensa ponga yo el perdón, que allá donde haya discordia ponga yo la unión, que allá donde haya error ponga yo la verdad…” ¡Cuántas veces ese “allá donde haya…” se encuentra dentro de nosotros mismos!
Para transformar nuestras creencias limitantes en expansivas es muy importante el hábito y la fuerza de voluntad de pensar siempre en positivo. Una vez más, tenemos que estar alerta para desaprender el comportamiento pasivo cada vez que aparezca un pensamiento limitante y transformarlo en positivo.
La nueva visión, los nuevos sueños, no sólo condicionarán nuestra forma de pensar sino también nuestros comportamientos que deberán, sin duda alguna adaptarse al nuevo futuro. La naturaleza nos ayudará en ello a través de las cualidades innatas para la adaptación que todo ser humano posee: la flexibilidad y la resiliencia:
La flexibilidad nos permite tener una disposición mayor hacia los cambios. La flexibilidad no tiene inconveniente en destruir, siempre que el objetivo sea construir.
Pilar Jericó explica que “el término resiliencia proviene del término latino resilio, es decir, “volver atrás”, “dar un salto o rebotar” como les ocurre a las gomas elásticas cuando se estiran y regresan a su estado inicial. La resiliencia puede definirse como la capacidad del ser humano para afrontar la adversidad, superarla y ser transformado positivamente por ella.”
Lo mejor que podemos hacer para enfrentar la transformación de creencias es visualizar cómo sería nuestra vida sin esa creencia o cómo sería si la transformamos en la creencia expansiva que deseamos y que nos ayudará a alcanzar nuestros sueños. Esta visualización será tan gratificante que nos impulsará a esforzarnos por lograr el cambio deseado. Si nuestro sueño o nuestros sueños no nos infunden pasión no serán verdadero sueños. Tenemos por ello que apasionarnos, vibrar con las emociones del camino. Por otra parte, aunque pueda sonar paradójico, no debemos dejarnos engañar por los espejismos que puedan aparecer en el camino,  como creer que las emociones tienen que ver con vivir un deseo cumplido. La pasión reside en ser partícipes del proyecto de Dios, en vibrar por el simple hecho de formar parte de su expedición pues “aunque camine por cañadas oscuras nada temo porque tú vas conmigo” (Salmo 22).  La emoción reside en la satisfacción de participar junto a Dios en el sueño de Su Creación, en enorgullecernos de los carismas que nos ha dado  y de ponerlos al servicio de su plan en el que hemos puesto todo nuestro corazón.
Dios pone el mundo en manos de aquéllos que tienen el coraje de soñar y de correr el riesgo de vivir sus sueños junto a Él. Como decía Platón “No hay persona por temerosa que sea que no pueda convertirse en un héroe por amor”.

Todo esto será posible siempre que la mente conserve en todo momento nuestra gran esperanza: vivir un día junto a Él en la plenitud eterna de su Gloria y construir nuevos mundos a su lado. De este modo sentiremos en nuestro interior la voz del protagonista de la parábola de los talentos que nos dice: «Muy bien, servidor bueno y honrado; ya que has sido fiel en lo poco, yo te voy a confiar mucho más. Ven a compartir la alegría de tu patrón.» (Mateo 25, 14)

Fernando Caamaño de Aramburu


Oración de la mañana del retiro del 28 de enero de 2012

ORACIÓN DE LA MAÑANA

El Pardo, 28 de enero de 2012

“MIRA QUE ESTOY A LA PUERTA Y LLAMO”




Canto: Let all who are thirsty come

Meditación:

            Jesús nos recuerda que debemos estar preparados, pues Dios puede presentarse en nuestra vida en el momento más inesperado. Podemos acoger su llamada con el corazón predispuesto si trabajamos de modo constante en observar todo lo que sucede en nuestro interior. Nuestros sentimientos negativos, nuestras creencias limitantes, nuestros pensamientos… Dios, a través de su misericordia, nos libera ya, hoy mismo, de todo eso con la esperanza de la verdadera vida. Sólo tenemos que creer, dejarnos llevar, confiar y "hacer lo que Él os diga". Trabajemos en nuestro interior, abramos el claro en el bosque de nuestro corazón para que entre el sol de Dios.


Canto: Jesus Christ bread of life.

Salmo 139


Tú creaste mis entrañas, me plasmaste en el seno de mi madre:

te doy gracias porque fui formado de manera tan admirable.

¡Qué maravillosas son tus obras!

Tú conocías hasta el fondo de mi alma

y nada de mi ser se te ocultaba, cuando yo era formado en lo secreto,

cuando era tejido en lo profundo de la tierra.

¡Qué difíciles son para mí tus designios!

¡Y qué inmenso, Dios mío, es el conjunto de ellos!





Lectura bíblica

“Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo”. (Ap 3, 20)

Canto: Bleibet hier

Silencio.

Oración final:

Jesús nuestra paz, eres Tú quien nos llamas a seguirte con toda nuestra vida. Así, con una humilde confianza, comprendemos que nos invitas a acogerte aún más, y siempre. (Hermano Roger)


Cantos: 

Bless the Lord
Toi tu nous aimes























Oración del mediodía del retiro del 28 de enero de 2012

ORACIÓN DEL MEDIODÍA

El Pardo, 28 de enero de 2012

“TÚ, MI ELEGIDO”


Canto: Dans nos obscurités

Meditación:

“Dios va al paso que tú puedes andar. No va ni más despacio ni más deprisa. Cuando te paras, Él se para contigo. Cuando corres, Él aligera también su marcha. Cuando te sientas a descansar, Él reposa contigo. El ritmo de tu marcha hacia el encuentro definitivo siempre lo marcas tú. Ese es el maravilloso juego de la libertad del hombre y de la fidelidad de Dios. Toda la vida del cristiano [...] viene marcada no por intentar llegar a Dios como una meta lejana, sino saber que el Señor es nuestro compañero diario de camino” (Mario Santana).



Canto: De noche

Salmo 56


Yo sé muy bien que Dios está de mi parte;

confío en Dios y alabo su palabra;

confío en él y ya no temo: ¿qué pueden hacerme los hombres?

Debo cumplir, Dios mío, los votos que te hice: te ofreceré sacrificios de alabanza,

porque tú libraste mi vida de la muerte y mis pies de la caída, para que camine delante de Dios en la luz de la vida.














Lectura bíblica:

Así habla el Señor: No temas siervo mío, tú mi elegido. Yo infundiré mi espíritu sobre ti. (Is 44,1-4)

Canto: In manus tuas

Silencio

Oración final:

Jesús, nuestra esperanza, incluso frágiles y desprovistos, quisiéramos comprender que Tú nos llamas y que siempre iluminas el camino que nos conduce hacia Ti. (Hermano Roger)

Cantos:

Aber du weisst den Weg für micht
In te confido

























Lectura bíblica:

Así habla el Señor: No temas siervo mío, tú mi elegido. Yo infundiré mi espíritu sobre ti. (Is 44,1-4)

Canto: In manus tuas

Silencio

Oración final:

Jesús, nuestra esperanza, incluso frágiles y desprovistos, quisiéramos comprender que Tú nos llamas y que siempre iluminas el camino que nos conduce hacia Ti. (Hermano Roger)

Cantos:

Aber du weisst den Weg für micht
In te confido





Oración de la tarde del retiro del 28 de enero de 2012

ORACIÓN DE LA TARDE

El Pardo, 28 de enero de 2012

“MI CORAZÓN SE REGOCIJA EN DIOS, MI SALVADOR”


Canto: See I am near says the Lord see I make all things new

Meditación :

El Padre Nouwen escuchaba con la mayor atención la voz interior que le decía: “Desde el principio te he llamado por tu nombre. Eres mío y yo soy tuyo. Eres mi amado y en ti me complazco. Te he formado en las entrañas de la tierra y entretejido en el vientre de tu madre. Te he llevado en las palmas de mis manos, y amparado a la sombra de mi abrazo. Te he mirado con infinita ternura y cuidado más íntimamente que una madre lo haría con su hijo. He contado todos los cabellos de tu cabeza, y te he guiado en todos tus pasos. Adonde quiera que vayas yo voy contigo y vigilo siempre tu descanso. Te daré un alimento que sacie totalmente tu hambre y una bebida que apague tu sed. Nunca te ocultaré mi rostro. Me conoces como propiedad tuya y te conozco como propiedad mía. Me perteneces. Yo soy tu padre, tu madre, tu hermano, tu hermana, tu amante y tu esposo. Hasta tu hijo. Seré todo lo que seas tú. Nada nos separará. Somos uno.”.

Canto: Cantate Domino canticum novum


Salmo 57


Mi corazón está firme. Dios mío, mi corazón está firme.
Voy a cantar al son de instrumentos:
¡despierta, alma mía! ¡Despierten, arpa y cítara, para que yo despierte a la aurora!
Te alabaré en medio de los pueblos, Señor, te cantaré entre las naciones,
porque tu misericordia se eleva hasta el cielo, y tu fidelidad hasta las nubes. ¡Levántate, Dios, por encima del cielo, y que tu gloria cubra toda la tierra!



Lectura bíblica:


María dice: Con todo mi ser quiero decir la grandeza del Señor, mi corazón se regocija en Dios mi Salvador. Lc 1,46-55


Canto: Magnificat

Silencio. Kryrie eleison. Padre Nuestro

Oración final:

Dios de amor, por el Espíritu Santo, estás siempre presente. Tu presencia es invisible, pero eres Tú quien vive en el centro de nuestra alma, incluso cuando no somos conscientes. (Hermano Roger)

Cantos:

Singt der Herrn

I am sure I shall see
Laudate Dominum
With you, oh Lord.
The Kingdom of God
Confitemini Domino

            


Oración del 27 de enero de 2012

¿PRESIENTES LA FELICIDAD?
ESTÁ EN EL DON DE UNO MISMO


Canto
Bóg jest miłością miejcie odwagę żyć dla miłości.
    Bóg jest miłością. Nie lękajcie się.
(Dios es amor, atrévete a vivir por amor. No hay que temer)

Meditación
¿Cómo ser yo mismo, cómo realizarme, como alcanzar la felicidad? A veces, estas preguntas nos preocupan hasta la angustia. Confundidos, podemos creer que la felicidad se halla en una vida llena de satisfacciones, en disfrutar constantemente. Pero esta clase de felicidad es efímera, esquiva: dura un instante y cuanto más la perseguimos, más se aleja. El hombre corre tras un espejismo si, para ser él mismo, su yo se impone hasta el punto de existir en detrimento de los demás.
Cristo no nos dice «Búscate a ti mismo», sino «Sígueme». El Evangelio sugiere al hombre que sea él mismo y que haga valer sus propios dones, pero no para que se sirva a sí mismo, sino para que sirva a los demás.
Para liberar las energías de creación y de amor que hay dentro de ti, se te ofrece el mismo fuego que a todo hombre en la tierra: Su Espíritu, que te habita. Él anima en ti una esperanza; no una pura proyección de tus deseos e impulsos, sino una esperanza que, en la oración, descubres que proviene de Otro. Ella da un nuevo significado a esa vida en plenitud que anhelas, a esa felicidad a la que aspiras y que, con asombro, encuentras en el don de ti mismo.

Canto
♫ Il n’est pas de plus grand amour que de donner sa vie pour ceux qu’on aime.
    O… Grande est ta bonté, Seigneur, envers nous! O…
(No hay amor más grande que dar la vida por los amigos.
 Grande es tu bondad, Señor, para con nosotros)

Alleluia. Del salmo 16
  • Yo digo al Señor: «Tú eres mi bien, no hay nada superior a ti».
  • Bendeciré al Señor que me aconseja, ¡hasta de noche instruye mi conciencia!
  • Tengo siempre presente al Señor: él está a mi lado, nunca vacilaré.
  • Por eso mi corazón se alegra, se regocijan mis entrañas y todo mi ser descansa en paz.
  • Me harás conocer el camino de la vida, saciándome de gozo en tu presencia, de felicidad eterna a tu derecha.



Lectura
Jesús dice: «Os aseguro que, si el grano de trigo caído en tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. El que se aferra a la vida la pierde, pero el que entrega su vida por mi causa la conserva para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde yo estoy estará mi servidor; si uno me sirve, lo honrará el Padre».
(Jn 12, 24-26)

Canto
Ubi caritas et amor, Deus ibi est.
(Donde hay caridad y amor, allí está Dios)

Silencio

Canto
Gospodi pomi lui
(Señor, ten piedad)

Padre Nuestro

Oración final
Jesús, nuestra alegría, con tu continua presencia en nosotros, nos llevas a dar nuestra vida. E incluso si te olvidamos, tu amor permanece y envías sobre nosotros el Espíritu Santo.
(Hermano Roger de Taizé)

Cantos
Wysławiajcie Pana, O… Śpiewaj Panu cała ziemio, alleluja!
(¡Alabad al Señor. Cantad al Señor, tierra entera, aleluya!)

El alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa. O...

♫ O… Que j’exulte et jubile en ton amour!
(¡Que me alegre y exulte por tu amor!)

With you, oh Lord, is life in all its fullness
    and in your light we shall see true light.
(Contigo, Señor, hay vida en plenitud
y en tu luz encontramos la luz verdadera)

Mon âme se repose en paix sur Dieu seul: de lui vient mon salut.
    Oui, sur Dieu seul mon âme se repose, se repose en paix.
(Mi alma descansa en paz solo en Dios: de Él nos viene la salvación.
Sí, solo en Dios mi alma descansa, descansa en paz)


Oración del 20 de enero de 2012

LA MISERICORDIA DEL SEÑOR


Canto:  Misericordias Domini in aeternum cantabo.
(Alabaré la misericordia del Señor eternamente.)

Meditación:
Señor, a veces parece que no te merecemos, porque tanto fallamos, en lo pequeño como en lo grande. Pero como somos hijos tuyos, tú nos buscas constantemente, nos perdonas, nos renuevas. No tienes en cuenta nuestros conceptos de justicia y igualdad, que muchas veces son erróneos. Como hemos cantado, tu misericordia es eterna, y pase lo que pase, nos quieres salvar a tus hijos queridos.

Canto: Nothing can ever can between us and the love of God the love of God revealed to us in Christ Jesus.
            ( Nada nos puede separar del amor de Dios revelado en Cristo Jesús )

Salmo 116 Alleluia

Yo amo, porque Yahveh escucha mi voz suplicante
porque hacia mí su oído inclina el día en que clamo.
Los lazos de la muerte me aferraban, me sorprendieron las redes del seol;
en angustia y tristeza me encontraba, y el nombre de Yahveh invoqué: Yo amo, porque Yahveh escucha mi voz suplicante
porque hacia mí su oído inclina el día en que clamo.
Los lazos de la muerte me aferraban, me sorprendieron las redes del seol;
en angustia y tristeza me encontraba, y el nombre de Yahveh invoqué:
Yahveh, salva mi alma!
Tierno es Yahveh y justo, compasivo nuestro Dios;
Yahveh guarda a los pequeños, estaba yo postrado y me salvó.
Vuelve, alma mía, a tu reposo, porque Yahveh te ha hecho bien.

Canto: Retourne, mon âme à ton repos, car le Seigneur t'a fait dubien. Il
 gardé mon âme de la mort. Il essuiera pour toumours les larmes de nos yeux.
(Alma mía recobra la calma, que el Señor te ha tratado bien. Él libró mi  vida de la muerte y enjugará para siempre las lágrimas de nuestros ojos.)


Lectura bíblica (Lc 7, 12-15):

Cuando Jesús se acercaba a la puerta de una ciudad, sacaban a enterrar
a  un muerto, hijo único de su madre, que era viuda, a la que acompañaba  mucha gente de la ciudad. Al verla el Señor, tuvo compasión de ella, y
le dijo: «No llores.» Y, acercándose, tocó el féretro. Los que lo
llevaban se  pararon, y él dijo: «Joven, a ti te digo: Levántate.» El muerto se incorporó y se puso a hablar, y él se lo dio a su madre.

Canto: Il Signore ti ristora. Dio non allontana. Il Signore viene_ad
 incontrarti, viene_ad incontrarti.
 (El Señor te restaura. Dios no te aparta. El Señor viene a encontrarte.)

Silencio. Gospodi pomilui (Señor, ten piedad) Padre Nuestro.
Oración final:

Dios, nuestro Padre, tú buscas infatigablemente al que se aleja de ti.
Y, por medio del perdón, vienes a poner en nuestro dedo el anillo del hijo
pródigo, el anillo de la fiesta.
(Oración de la Comunidad de Taizé)

Cantos: Bendigo al Señor, porque escucha mi voz. El Señor es mi fuerza,
            confía mi  corazón.
           
Que j'exulte et jubile en ton amour.
(Exultaré y alabaré tu amor.)
           
L'ajuda_em vindrà del Senyor, del Senyor, el nostre Déu, que_ha fet el
 cel  i la terra, el cel i la terra.
(Mi auxilio me viene de Yahveh, que hizo el cielo y la tierra.)

            Dominus spiritus est spiritus autem vivificat spiritus autem vivificat
            ( El Señor es espíritu, espíritu que da vida )

Bój jest miloscia miejcie odwage zyc dla milósci. Bój jest miloscia
            Nie lekajcie sie.
            ( Dios es amor. Atreveos a dar la vida por amor. Nada hay que temer )