lunes, 18 de abril de 2011

Introducción bíblica del retiro del 16 de abril de 2011

EL SEGUNDO NACIMIENTO


            Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío. Fue este a Jesús de noche y le dijo: “Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar los signos que tú realizas si Dios no está con él”. 
Jesús le respondió:
“En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo[1]  no puede ver el Reino de Dios”[2].
Dícele Nicodemo: “¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo?¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?” Respondió Jesús:
“En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne es carne.; lo nacido del Espíritu es espíritu. No te asombres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de nuevo. El viento[3] sopla donde quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu”.
Respondió Nicodemo: “¿Cómo puede ser esto?” Jesús le respondió: “¿Tú eres maestro de Israel y ¿no sabes estas cosas?”
En verdad, en verdad te digo:
Nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero vosotros no aceptáis nuestro testimonio.
Si al deciros cosas de la tierra, no creéis,  ¿cómo vais a creer si os digo cosas del cielo? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Y como Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre para que todo el que crea tenga vida eterna...(Jn 3, 1ss)


            Esta lectura siempre me ha parecido muy sugerente, pero durante mucho tiempo me ha costado entenderlo y me hacía sentir como Nicodemo, perplejo ante las palabras de Jesús. Algunos teólogos nos ayudan a leer estos textos que, como si fuera un milagro, han llegado hasta nosotros después de tantos siglos.
            Enseñan estos teólogos que no basta con una lectura despaciosa del texto, sino que también hay que leer el contexto y el pretexto si queremos comprender bien.

            Empecemos con el contexto. Estamos en la Judea del siglo I. Si leemos el texto desde la mentalidad de otro tiempo, como el siglo XXI, intentaremos encajarlo en nuestra mentalidad, y no cabe, claro. Igualmente si intentamos leer el texto desde la mentalidad de otro lugar de la tierra[4].  Años atrás, sin haber recibido estos consejos, leía este texto desde la mentalidad de la Iglesia preconciliar del siglo XX europeo y no entendía lo que el autor quería expresar, sino lo que esa mentalidad me forzaba a entender.
            Una buena comprensión exige, pues, un esfuerzo para informarnos del contexto. Veamos primero la dualidad pecado-muerte. Para aquellos judíos (tanto Jesús como Nicodemo) está muy claro que el salario del pecado es la muerte, como decía San Pablo. Insistamos una vez más en el concepto bíblico de “pecado” para no dejarlo reducido a la infracción de una norma moral que nos hace sentir culpables.
A veces se usa la palabra pecado en un sentido colectivo, no personal, para referirse a una sociedad que no es como Dios la quiere, es decir, que es injusta[5]; lo que llamamos nosotros injusticia social sería, para ellos, una situación de pecado.
También podemos revisar este concepto desde otro punto de vista. Es bien conocida la idea agustiniana de “pecado original”. Se trata de algo con lo que nacemos, no de algo malo que hayamos hecho individualmente. Se trata de nuestra separación de Dios, que es la fuente de la vida. Y ese pecado, esa separación de Dios que es propia de nuestra naturaleza[6] hace que la muerte[7] también lo sea. Vamos a morir todos. Todos seremos sepultados en el Sheol[8], pensaría un judío.
Nicodemo, como fariseo, pensaba que Dios sacaría  a los muertos del Sheol en la resurrección del último día. Y para merecer esa salvación en el mundo venidero y la protección de Dios en este, lo que hay que hacer es cumplir la Ley mosaica con el mayor rigorismo.

Por otro lado, Nicodemo es descrito como hombre que busca la verdad, pero no consigue entender a Jesús. Podría esto reflejar las dificultades que tenían las personas muy apegadas a la óptica judía tradicional –o a la pagana- para entender el discurso del cristianismo  naciente, que les parecería absurdo[9].

Seguramente todos estáis al tanto, pero conviene recordar que aquellos fariseos no eran las personas falsas que nos evoca su nombre en nuestra cultura, sino judíos rigoristas muy piadosos y celosos del cumplimiento de la ley mosaica.

Otro aspecto del contexto es la naciente animadversión de las autoridades religiosas hacia un Jesús que no se muestra sometido a su mando. Nicodemo pertenece a esas autoridades. Pero siendo hombre de mente relativamente abierta reconoce que en Jesús hay algo que merece la pena examinarse. Pero su apertura le pone en contradicción con su gente, con el discurso de los valores dominantes diríamos ahora. Por eso viene de noche.

Y es que Nicodemo simboliza también a los cristianos “vergonzantes”: creyentes más o menos maduros, que silencian su fe porque la manifestación de la misma perjudicaría sus intereses, sus situación social, e incluso haría peligrar su vida. Había ya entonces, y sigue habiendo, muchos creyentes vergonzantes.

Veamos ahora el pretexto, es decir, la intención del evangelista al contarnos esto. Salta a la vista que quiere hablarnos de la salvación por el bautismo: si no naces de agua y de Espíritu.... Esto es, creo yo, el corazón del relato. Pero hay más. Algunos de los autores consultados piensa que el evangelista pone en boca de Jesús y Nicodemo la polémica que existía entre los primeros cristianos y los fariseos de las sinagogas. Les lleva a pensar eso el hecho de que Jesús hable en primera persona del plural
–“nosotros”-y se refiera Nicodemo en segunda persona del plural –“vosotros”-. Seguramente los judíos les argumentaban que Jesucristo no era necesario, que ya tenían a Moisés, y que para vencer a la muerte (salvarse) bastaba con conocer y cumplir la Ley. Y los cristianos replicarían que rechazar a Jesús era rechazar la salvación que Dios les había enviado, que era rechazar al mismo Dios, y que eso les llevaría a “morir en sus pecados”: vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz...

Bueno, acaso estas precisiones previas nos ayuden a entender mejor el texto.

Pero vayamos al corazón del asunto: nacer de nuevo. La perplejidad de Nicodemo es comprensible. ¿Acaso puede un hombre viejo volver al seno de madre..?

            Jesús propone un cambio radical, una conversión, una transformación, casi una metamorfosis[10] de la persona, un segundo nacimiento.
            Pero su interlocutor no entiende de que se habla, porque para él no es necesario nada de eso teniendo la Ley mosaica y su voluntarioso cumplimiento. Basta con el esfuerzo ético para lograr la salvación. Pero Jesús parece conocer bien la impotencia humana para lograr esa perfección ética, y aunque se lograse en un esfuerzo titánico y obsesivo, no por eso venceríamos a la muerte, ni a su raíz: la separación de Dios, el pecado.

            Para Jesús nuestra salvación no vendrá de nuestro esfuerzo por lograrla, sino de fuera, de Otro. Por eso habla de “nacer del Espíritu” o “nacer de lo alto”. Se me ocurrió este símil: cuando se tiene frío, podemos buscar el calor con nuestro propio esfuerzo, dando saltitos o haciendo flexiones; pero resulta más eficaz ponerse a tomar el sol.

            ¿Cómo llegar a esa transformación? ¿Para nacer del agua y del Espíritu bastará con el sacramento del Bautismo? ¡Si la mayoría estamos bautizados ya y no somos mejores que Nicodemo! Trataremos de responder por etapas a esta grave objeción.

             Veamos. Se nos habla de nacer de nuevo. No quisiera pasar de puntillas sobre este símbolo si saborear toda su belleza. Apelo para ello a la imaginación. Todos nosotros, sobre todo los más mayores, caminamos con lo hombros un poco vencidos por el peso de muchos recuerdos de situaciones que quisiéramos no haber vivido. Inevitablemente, el paso del tiempo va añadiendo peso muerto al corazón de cada uno[11]. La capacidad de disfrutar de la vida, de ilusionarse, de asombrarse con las cosas más sencillas, se ha ido ensombreciendo con el cúmulo de nuestras decepciones.
Podemos entonces imaginar como nos sentiríamos dejando atrás todo eso, retornando a una época infantil en la que veremos muchas cosas por primera vez, en la que no estamos avisados contra lo que nos amenaza, viviendo en la confianza y en el asombro por lo que aparece ante nuestros ojos, una época en la que todo es divertido e interesante, en la que somos naturalmente humildes sin sentirnos humillados, en la que no tememos al Misterio, sino que nos parece fascinante. Todo es un descubrimiento: la naturaleza, las personas, la intuición de Dios...

No pretendemos hacer utopismos vacíos prometiendo que bautizarse o renovar el bautismo nos convertirá mágicamente en personas con el corazón y la mente tan puro y sano como el de un niños de tres años. Pero, si bien el símbolo no debe leerse literalmente, si nos avisa por donde va la cosa, en que puede consistir aquello que se nos propone con esto de nacer de nuevo.

Una cara aparentemente menos amable que la anterior sería esta: el bisabuelo debe morir para dejar sitio al nieto. Para nacer de nuevo, hay que morir primero. Jesús dice: si el grano de trigo no muere, no da fruto.
¿En que consistiría esta muerte? Una pista encontramos en una conocida pregunta del rito bautismal: ¿Renuncias a Satanás? Es decir, ¿renuncias al mal en todas sus manifestaciones?
Toda renuncia es un pequeña muerte. Si renunciamos a algo a lo que nuestra vida está apegada, renunciamos a una porción de nuestra vida, morimos parcialmente. Esto lo sabemos bien los que hemos tenido que renunciar a un apego de los más resistentes, como una adicción química a la nicotina o a cosas aun peores. Igualmente en una ruptura sentimental. Superado el apego, viene un gran alivio, pero el  momento de despegarse de él se vive como una pequeña muerte. Un entrenamiento que capacita para superar apegos enfermizos es el ayuno. Su olvido generalizado en la Cuaresma católica parecerá a muchos un “avance”, un “progreso”. A otros nos parece una pérdida de la que lamentarse.

No viene al caso elaborar una larga lista de los apegos malignos de los que podrían liberarse nuestros corazones. Cada persona debe escrutar su corazón para exorcizar a los pequeños –o no tan pequeños- demonios que pululan dentro de él. Para hacer eso, los catecúmenos que se bautizarán en la noche del Sábado Santo[12], dedican cuarenta días a una etapa de Purificación, que no es otra que la Cuaresma.

Por eso, en la antigüedad, la persona que se iba a bautizar, acudía a la celebración vestida con ropas viejas y sucias, que representaban  lo que de ella debe morir, los apegos de los que ha decidido despojarse. Escribió Pablo: Despojaos del hombre viejo y revestíos del hombre nuevo. 

Reponemos ahora un esquemilla de un bautismo de la primera época:

El dibujo esquemático quiere representar a un candidato al Bautismo, un “catecúmeno”. Va vestido con un sayal viejo y roto, sucio, lleno de manchas. Se despoja de esa ropa quedando en desnudez. Desciende por los escalones y se sumerge en la piscina, en la que nosotros hemos incluido el símbolo de la cruz, es decir, de la muerte. Después sube los escalones del otro lado, donde le esperan su padrino o madrina y sus catequistas y le ponen una vestidura nueva, limpia y blanca. Se llamaba el “alba”.
Pero nos interesa seguir con el tema de la muerte que precede al nacer de nuevo. Volvemos sobre una conocida paradoja que Jesús expuso: El que busca su vida la perderá; y el que por mí la pierda, la hallará. Una primera lectura nos lleva interpretar que el egoísmo conduce a la muerte y el don de si conduce a la vida eterna.
Pero hay mas lecturas. Seguramente los primeros discípulos, cuando repetían esta enseñanza, estaban pensando en el martirio, en la cruz también para ellos.  Una lectura que sigue vigente para muchos cristianos de nuestra época, pero afortunadamente no en Europa, al menos no en la forma de amenaza física. Pero podemos seguir entendiendo el don de sí, como una muerte que paradójicamente es fuente de vida, la entrega por amor a otros de nuestras horas y nuestros días, de nuestras atenciones, de nuestro esfuerzo, y de nuestro dinero (no quería mentar a la bicha, pero me ha salido así).  La donación de si mismo que se hace entre los amantes, de los padres y madres a los hijos, de los que cuidan a familiares enfermos, de los que renuncian a su propia familia para darse a otros, de los voluntarios que ayudan a quien haga falta... Todo eso es una forma de morir...para nacer de nuevo.
Pero veamos otra lectura, la que propuso Ortega y Gasset comentando el discurso de un político de su tiempo que había decidido dedicar su vida a los más pobres:
Si no hubiera habido cristianismo no se le hubiera ocurrido a este hombre dedicar la vida a algo. He aquí lo fundamental de la experiencia cristiana del hombre: todo lo demás, es secundario, casi anecdótico al lado de eso. Descubrir, caer en la cuenta de que la vida en su última sustancia consiste en tener que ser dedicada a algo, no en ocuparse de esto o de lo otro dentro de la vida, que eso sería lo contrario, meter en la vida algo que se considera valioso sin tomar en vilo nuestra existencia entera y entregarla a algo, de-dicarla..., esa es la averiguación fundamental del cristianismo, lo que indeleblemente ha puesto en la historia, es decir, en el hombre. El hombre antiguo ignoraba eso:  para él, en el mejor caso, la vida recta consistía en aguantar con dignidad los golpes de la fortuna –esto era en su mejor extremo el estoicismo: la vida como aguantar, el sustine de Séneca-. Pero desde el cristianismo el hombre, por ateo que sea, sabe, ve, no ya que la vida humana debe ser una entrega de si misma, vida como misión premeditada y destino interior –todo lo contrario que aguante de un externo destino-, sino que lo es, queramos o no. Díganme ustedes que otra cosa significa la frase tan repetida en el Nuevo Testamento y como casi todo el Nuevo Testamento tan paradójica: “el que pierde su vida es el que la gana”. Es decir, da tu vida, enajénala, entonces es verdaderamente tuya, la has asegurado, ganado, salvado.
Y esta concepción de la vida como dedicación de si misma a algo, como misión y no simplemente como uso discreto de algo que nos hubiesen regalado y dado ya hecho, tiene un reverso: que entonces la vida es en su propia esencia responsabilidad de si misma. ¿Quién sino el cristianismo ha hecho este descubrimiento de la vida como consistiendo en responsabilidad? José Ortega y Gasset. En torno a Galileo.

            Resulta que quién entrega su vida a una dedicación a la que se siente espiritualmente llamado (una vocación), no la pierde, sino que la recupera con mayor plenitud. Una vida entregada a misión vocacional, le parecerá desperdiciada al frívolo, al que solo sabe paladear la superficie de la vida. Y, sin embargo, es el frívolo el que ha desperdiciado su vida. Julián Marías, al hablar de su maestro, lo explicó mejor que yo:

¿Quien era Ortega? Un hombre no es una cosa. Si, ya sabemos que es una persona; pero cuando llega la hora de la verdad, se nos suele explicar la persona como una cosa, bien que de naturaleza racional, pero cosa al fin, por ese inveterado materialismo que Ortega denunció toda su vida, hasta en lo que se llama "espiritualismo". Para Ortega, no: la persona no es una cosa, sino un proyecto, programa, vocación, misión. Y dijo, muy enérgicamente, que esta verdad decisiva, que la vida es misión -no que tenga una misión, sino que la es- es un descubrimiento del cristianismo, cuyas consecuencias se abstienen de sacar muchos cristianos. Yo soy un proyecto, una pretensión, una flecha que apunta a un blanco...
                "Envilecimiento, encanallamiento -escribió-, no es otra cosa que el modo de vida de vida que le queda al que se ha negado a ser el que tiene que ser. Este su autentico ser no se muere por eso, sino que se convierte en sombra acusadora, en fantasma, que le hace sentir constantemente la inferioridad de la existencia que lleva con respecto a la que tenía que llevar. El envilecido es el suicida superviviente". En esto estriba la explicación de la mayoría de los inexplicables descontentos que arrastran muchos que parecen mimados por la fortuna.                Julián Marías. Acerca de Ortega

            Roger propuso esta otra lectura: El deseo de apropiarse la felicidad no consigue con frecuencia sino alejarla. Una paz del corazón, una alegría serena, le son ofrecidas a aquel que se atreve a entregar su vida por amor a Cristo.

            Contemplada de estas perspectivas la muerte que se pide al quiere nacer de nuevo parece menos aterradora. Pero no quisiera invitar a engañarse: toda renuncia es dolorosa en alguna medida. Por ejemplo, por mucho que nos seduzca dedicar nuestros días y nuestras horas a nuestra vocación más íntima, eso evitará que usemos ese tiempo en otras actividades, y algún dolor vendrá de no poder hacer otras muchas cosas acaso apetecibles.

            Esta paradoja de buscar la vida en la muerte la expresamos los creyentes haciendo que un crucifijo presida las iglesias. Estamos tan acostumbrados a ello que no imaginamos lo chocante que tiene que ser, para quienes no conozcan nada de cristianismo, ver en un templo una enorme imagen del cadáver de un reo ajusticiado en un patíbulo. Pero nuestro texto lo explica en su última frase: Y como Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre para que todo el que crea tenga vida eterna. Se  está refiriendo a un pasaje del éxodo de los judíos por el desierto en que atravesaba una zona plagada de serpientes venenosas. El relato cuenta que Moisés mandó clavar una serpiente de bronce en lo alto de una estaca clavada en el suelo. Si la persona que había sufrido una picadura levantaba la vista hacia la serpiente, se curaba. Y ahora se nos propone buscar nuestra curación (casi sinónimo de salvación en la Escritura) elevando la vista a la cruz –o bajando la frente como hacemos en la adoración-  y contemplarla en oración.

            Pero sigamos con nuestro dibujito. El catecúmeno/a se despojaba de sus vestiduras viejas y manchadas simbolizando así que abandona la vida anterior, que muere, sepultándose en las aguas. Pablo escribió: Si morimos con Él, resucitaremos con Él. Y ahora, esta persona salía de las aguas nacida de nuevo, subía las escaleras por el lado opuesto  rememorando la salida de Cristo del sepulcro, y se ponía un vestido completamente nuevo, y completamente blanco, el alba[13]. Es otra persona distinta. Incluso puede dejar el nombre antiguo y usar uno nuevo. Puede empezar otra vez, en una vida distinta.


Pero cabe  preguntarse porqué tanto hablar del Bautismo a personas que, salvo algún caso, ya fueron bautizados.
Para que el Bautismo sea real, para que se corresponda mínimamente a lo que este texto describe, tiene que tener tres cosas: fe antecedente, celebración sacramental y vida consecuente. Así se lo explican a los estudiantes de teología. Y así ocurría en la antigüedad, cuando la gente se bautizaba adulta, pero solo después de pasar varios años por un proceso de metamorfosis, de cambio, de conversión, en el que sus padrinos o madrinas actuaban como garantes de la autenticidad y veracidad de la fe del candidato. Así se aseguraban la fe antecedente. Un repaso por los primeros siglos del cristianismo nos muestra hasta que punto muchísimos de ello mostraban una vida consecuente.
Pero ahora el bautismo de niños no permite un resultado como ese. Se espera que un ambiente cristiano (“la cristiandad”) eduque al niño/a como los catecumenados lo hacían con los paganos candidatos al bautismo. Pero la cristiandad ya no existe. Y tenemos multitudes de personas bautizadas pero que no se plantean en absoluto la vida como discípulos. Por eso el Concilio Vaticano II dejó esta orden: Renuévense los catecumenados. Se entiende que incluso para los bautizados.

Y en eso estamos embarcados muchos cristianos por todo el mundo con mayor o menor fortuna. Unos catecumenados bien hechos, eficaces como aquellos de los siglos primeros, permitirían disfrutar de pequeñas comunidades[14] que sean un aperitivo, una primicia, de la fraternidad que nos espera en el Reino (Ubi caritas et amo Deus ibi est).

Ahora no somos catecúmenos. Pero podemos intentar vivir la Cuaresma y la Semana Santa como un “tiempo fuerte”, intenso, de algunas pequeñas muertes que lleven a algunos nacimientos.














           


[1] También puede traducirse como “el que no nazca de lo alto”.
[2] En Juan, esta expresión “Reino de Dios” corresponde a la “vida” o a  “la vida eterna”.
[3] En hebreo, la palabra ruah significa indistintamente viento y espíritu. Igualmente pasa con la palabra griega pneuma.
[4] Algunos autores como R. Steiner, llevados por su afición a las religiones orientales –que yo comparto- intentan leer el Evangelio de Juan desde claves hinduistas, budistas, o de las religiones iniciáticas de la antigüedad. Si como ellos, intentamos leer este texto tratando de encajarlo en la reencarnación, por ejemplo, no lo entendemos, y tenemos que deformarlo para que encaje en una mentalidad que no era la de los personajes que dialogan.
[5] En la Biblia, la palabra justicia no quiere decir “dar a cada uno lo que le es propio” como dijo Aristóteles. Se refiere a una sociedad o a un comportamiento individual como Dios quiere. Podemos identificar justicia con voluntad de Dios, y “justo/a” con santo/a”.
[6] De la “carne” en lenguaje bíblico.
[7] Término polivalente este, pues no sólo se refiere a la muerte corporal, sino que a veces parece referirse a cualquier “disminución de la vida”, como la enfermedad o la injusticia. Pero, sobre todo, se refiere a una muerte espiritual (en principio reversible) que puede acontecer en vida del cuerpo: “Deja que los muertos entierren a sus muertos” dice Jesús a un posible discípulo. El autor del Apocalipsis lo llamó “la muerte segunda”.
[8] El infierno de los antiguos hebreos, que no es un lugar de castigo ni tormentos, sino el lugar de las sombras, la oscuridad, la nada diríamos nosotros.
[9] Acaso ese mismo problema lo tenemos hoy: el contenido de la fe se nos ha vuelto ininteligible. Puede comprobarse con un experimento muy sencillo consistente en escoger a una persona cristiana que sea inteligente y culta y pedirle que nos explique el contenido central de su fe con palabras claras, concisas y convincentes. Muy posiblemente le haremos pasar un mal rato a esa persona. Pero no es culpa suya. Disponemos de legiones de “intelectuales” dedicados a convencer a la gente de lo absurdo de las religiones en general y del cristianismo en particular. Pero los intelectuales dedicados a contestarles con una explicación clara-concisa-convincente de los contenidos de la fe se pueden contar con los dedos de la oreja. Los motivos de esta masiva deserción son complejos y no vienen al caso ahora.
[10] En Egipto me contaron que los escarabajos representados por todas partes, simbolizan, entre otras cosas, al discípulo espiritual. Un escarabajo, en los primeros meses de vida, es una larva de una aspecto horrible, que vive escondida en una cámara subterránea alimentándose de excrementos. Pero, pasado un tiempo, comienza a sufrir un cambio radical, una metamorfosis. Y finalmente sale del subsuelo convertido en un ser que parece una brillante joya que vuela.
[11] Dicen que la mejor película de Orson Wells fue Ciudadano Kane. Relata la vida de un hombre triunfador –a base de pisotear a sus oponentes- que en su último día, al final de la película, sólo encuentra consuelo en el recuerdo de un trineo con el que jugaba en...su infancia.
[12] El próximo Sábado Santo, como todos los años últimamente, un grupo muy numeroso de personas adultas recibirán el Bautismo en la catedral de París, después de un largo catecumenado.  Salvo cierto Movimiento dedicado a ello, la Iglesia española tiene aquí, a nuestro modo de ver,  un tarea pendiente que no acaba de abordarse.
[13] Todavía hoy, aunque con un sentido distinto, hablamos de estar in albis.
[14] No se entienda que al hablar de “comunidades” nos estemos refiriendo a instituciones a las que uno se apunta para someterse a una regla o algo parecido. Ni tampoco a compromisos de permanencia. Si surgiera como una institución agobiante, aunque sea mínimamente, mejor no empezarlas. Las imaginamos más bien como grupos de amigos que se reúnen a su gusto para compartir su forma de vivir como discípulos de Jesús.

domingo, 17 de abril de 2011

Oración del mediodía del retiro del 16 de abril de 2011


Oración de mediodía

 

REVESTÍOS DEL NUEVO HOMBRE


Canto: Christe Salvator filius Patris dona nobis pacem
            ( Cristo salvador, Hijo del Padre danos la paz )

 

Meditación


Canto: Ubi caritas et amor ubi caritas Deus ibi est

Christe jesu lumen cordium laudabo te  Salmo
Señor, Tú me sondeas y me conoces, me conoces cuando me siento o me levanto
de lejos penetras mis pensamientos
No ha llegado la palabra a mi lengua y ya te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante, me cubres con tu mano.
Si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar, allí me alcanzará tu mano.
Si digo, : que la tiniebla me cubra, la tiniebla no es oscura para ti;
la noche es clara como el día
Lectura bíblica

Pablo escribe: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del hombre viejo y vestios del nuevo hombre, el cual  ha sido  creado en la semejanza de Dios ,en la justicia y la santidad de la verdad....Sed benignos los unos con los otros, misericordiosos...  ( Ef  4, 24 ss ) Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo Jesús. ( Flp 2, 5 )

Silencio

Canto: See I am near says the Lord see I make all things new
            ( Mira, estoy aquí, dice el Señor; mira hago todas las cosas nuevas )

Oración final


Canto: Spiritus JesuChristi spiritus caritatis confirmet cor tuum ( bis )
            ( El Espíritu de Jesucristo, espíritu de caridad, confirme tu corazón )

Oración de la mañana del retiro del 16 de abril de 2011


LLAMADOS A NACER DE NUEVO

Canto: Dominus spiritus est spiritus autem vivificat, spiritus autem vivificat
            ( Dios es espíritu, espíritu que da vida )

Meditación
         
Canto: Jesús le Christ, lumiére intérieure, ne laisse pas mes ténèbres me parler. Jesús le Christ lumiére intérieure, donne moi d’accuillir ton amour.(Cristo Jesús, luz interior, no dejes que mis tinieblas me hablen. concédeme acoger tu amor )


Salmo

Oh Dios crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme
Dame la alegría de tu salvación y  en espíritu generoso afiánzame.
Da luz a mis ojos, no me duerma yo en la muerte porque yo confío en tu amor,
¡Al Señor cantaré por el bien que me ha hecho, y en tu salvación se goza mi corazón

Lectura bíblica

Jesús dijo a sus discípulos: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Y Pedro contestó: “Tu eres el Mesías, el Hijo  del Dios que vive y da vida.” Jesús le dijo:”Bendito seas, Pedro, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo.” Desde aquél día Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén y sufrir mucho ...que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.

Canto: Christe salvator filius patris dona nobis pacem
            ( Cristo salvador, Hijo del Padre, danos la paz )

Oración final

Canto: Laudate omnes gentes laudate Dominum

Oración del 15 de abril de 2011


SED COMPASIVOS COMO VUESTRO PADRE ES COMPASIVO...

Canto: De noche iremos, de noche, que para encontrar la fuente sólo la sed nos alumbra; sólo la sed nos alumbra.

 

Meditación

            Hoy la Iglesia recuerda el dolor de María durante la Pasión y muerte de su Hijo. Somos invitados a participar de esa amor, de esa compasión de María por todos nuestros semejantes que sufren el dolor de la enfermedad, de la soledad, el dolor de la incomprensión, de la persecución a causa del Evangelio. En la cruz de Jesús hay mucho dolor, pero sobre todo, hay mucho amor. Contemplar una noche más la cruz, es dejarse invitar a sentir ese amor de Jesús por cada uno de nosotros y por toda la humanidad. Realizar el gesto de la adoración de la cruz es simbolizar que el dolor existe, pero Dios, a través de Cristo, está a nuestro lado, nos consuela, y nos da una esperanza. Pidamos en la oración que nuestro corazón se prepare para celebrar el gran misterio de la fe: el paso de la muerte a l a vida. Deseemos desde el interior sentir ese gran amor y que de él brote la compasión con nuestros semejantes, y así podamos comenzar a vivir el Reino de Dios en la tierra.

Canto: Toi tu nous aimes source de vie ( Tú, Tu nos amas, fuente de vida )


Del Salmo 111    Chrite Jesu lumen cordium laudabo te


  Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.
          En la tiniebla brilla como una luz
          el que es justo y compasivo.
          Dichoso el que se apiada y presta,
          el justo jamás vacilará,
          reparte limosna a los pobres
su caridad es constante, sin falta.
Lectura Bíblica

“En aquél tiempo dijo Jesús a sus discípulos:” ... Tratad a los demás como queréis que ellos os traten...Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo...Dad y se os dará una medida generosa, colmada, rebosante.”

 

Canto:  Ubi caritas et amor ubi caritas Deus ibi est


Silencio. Kyrie eleison. Padre Nuestro.


Cristo de toda compasión, te escuchamos con avidez cuando nos dices: “Levántate, que tu alma viva!” Nunca quisiéramos escoger la oscuridad o el desánimo, sino acoger la claridad de tu presencia que nos sostiene y nos inspira.”

Canto: Bless the Lord my soul and bless God’s holy name
            Bless the Lord my soul who leads me into life.
( Bendice alma mía al Señor y bendice el santo nombre del Señor. ël me conduce a la vida  )

L’ajuda emvindrá del Senyor, del Senyor el nostre Déu, que ha fet el cel i la terra, el cel y la terra.
             
            Christe salvator filius Patris dona nobis pacem
            ( Cristo salvador, hijo del Padre, danos la paz)

Jesús Christ bread of life tose who come to you will not hunger
            Jesus Christ risen Lord those who trust in you will not thirst )
            ( Jesucristo, pan de vida, quien va hacia Ti, nunca tendrá hambre.
            Jesucristo, Señor resucitado, el que confía en ti nunca tendrá sed )
           
Mi alma te desea en la noche oh Dios, mi alma reposa sólo en ti

El alma que anda en amor ni cansa ni se cansa oh oh oh
            In manus tuas Pater commendo spiritum meum ( bis )
            ( En tus manos Padre abandono mi espíritu )

Retourne mon âme a ton repos car le Seigneur t’a fair du bien. Il a gardé mon ame de la mort il ensuirá pout tourjours les larmes de nos yeux (Recobra tu reposo, alma mía, pues el Señor te ha hecho bien. El ha salvado mi alma de la muerte y enjugará para siempre las lágrimas de nuestros ojos).